Iglesia de San Antonio

Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visitar Compiègne, En el corazón de la historia
Aquí te encuentras ante la hermosa iglesia de San Antonio. Se construyó al mismo tiempo que la iglesia de San Jacques, cuando en 1199 se decidió que Compiègne necesitaba parroquias, y que ya no podía depender únicamente de la abadía de San Cornelius. La iglesia se construyó en un fino estilo gótico en el siglo XIII y tuvo importantes reformas en el siglo XVI, tras los daños sufridos durante la Guerra de los Cien Años. La vida en la parroquia de San Antonio siguió un curso tranquilo hasta la Revolución francesa. El 17 de febrero de 1791, dos delegados del ayuntamiento asistieron a misa y leyeron las nuevas instrucciones sobre la constitución civil del clero. El párroco se implicó cada vez menos en la vida pública, y en 1792, las autoridades revolucionarias intentaron cerrar la iglesia, ya que la ley decretaba que bastaba una iglesia por cada 6.000 habitantes. Pero la comuna intervino, argumentando que Compiègne tenía muchos más fieles y que era absolutamente necesario mantener las dos iglesias. Pero entre 1793 y 1794 se produjo la descristianización, con el objetivo de borrar todo rastro público del cristianismo en Francia, en particular de la versión católica, que era la religión de Estado de la Francia monárquica. Los revolucionarios más radicales querían abolirla en favor del ateísmo, ya que consideraban que el clero apoyaba las invasiones extranjeras de países que temían que la revolución los afectara y deseaban luchar para restablecer la monarquía absoluta en Francia. Otros consideraban que el movimiento era peligroso, pues creaba más enemigos de los necesarios para la Francia revolucionaria. El movimiento no fue igual en todo el país, pero en Compiègne se proclamó la prohibición de tocar las campanas el 18 de mayo de 1793 y se alquiló la iglesia a un comerciante de pieles. Pero todo esto no duró mucho, y la iglesia fue finalmente devuelta al culto. En el siglo XVIII, la iglesia tuvo importantes reformas para ponerla al día. Muy oscura, fue despojada de casi todas sus obras de arte para darle un aspecto más luminoso. También se encalaron los muros para eliminar la policromía de las paredes y las esculturas de los capiteles. Prosper Mérimée deploraría más tarde este acto, comparándolo con el vandalismo. El edificio fue declarado monumento histórico en 1840, y fue renovado según las reglas del oficio, eliminando todas las capas de cal posibles. ¡No dudes en echar un vistazo al interior para ver los resultados!

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