Pabellón Jay Pritzker

A pocos pasos del famoso frijol se encuentra otra de las grandes obras de arte del parque del Milenio: el Pabellón Jay Pritzker. Se trata de un enorme quiosco de música diseñado por el famoso arquitecto Frank Gehry, responsable de estructuras tan extrañas y memorables como el Museo Guggenheim de Bilbao y la Fundación Louis Vuitton de París. El pabellón lleva el nombre de Jay Pritzker, multimillonario nacido en Chicago y propietario de la cadena de hoteles de lujo Hyatt, que donó 15.000 millones de dólares al proyecto. Esto supone aproximadamente una cuarta parte del presupuesto total. El gigantesco kiosco tiene capacidad para 11.000 personas, y sus docenas de altavoces suspendidos, proporcionan una acústica extraordinaria. La sala de conciertos es la sede permanente del coro de la Orquesta Sinfónica y del Festival de Música de Grant Park, que celebra cada año la música clásica. También acoge actuaciones muy diversas, desde grandes grupos de rock hasta sesiones de yoga. Las críticas al pabellón han sido buenas y malas, y la polémica está siempre presente. En primer lugar, sobre su construcción en sí, que, para evitar las restricciones legales sobre la altura de los edificios, ha sido calificada de obra de arte en lugar de teatro. En segundo lugar, su nombre. El nuevo pabellón se construyó para sustituir al antiguo Petrillo Music Shell, un quiosco de música que había albergado conciertos gratuitos durante décadas y que recibió su nombre en honor de James Caesar Petrillo, un sindicalista que inició los primeros conciertos gratuitos en Grant Park. Y su familia no estaba dispuesta a ver desaparecer su nombre. Por eso, cuando se lanzó el proyecto inicial de la sala de conciertos, la publicidad del Grant Park Music Festival prometía que nadie necesitaría entrada para asistir a un concierto, pero a partir de 2005, el ayuntamiento decidió cobrar por los asientos en el césped. Pero al margen de estas polémicas, la obra de Gehry recibió una lluvia de elogios. Su silueta, su acústica, su accesibilidad. Mejor dicho te dejo juzgar por ti mismo.