Catedral de San Miguel

Has llegado ante la catedral de San Miguel. Fue esta catedral la que destronó a la basílica de San Nazario de la ciudad medieval, en 1803, arrebatándola el rango de catedral. En aquella época, la bastida experimentaba un fuerte desarrollo económico y la ciudad medieval había quedado completamente desatendida. Por este motivo, se decidió otorgar a la Iglesia de San Miguel la categoría de catedral. Sin embargo, su construcción se remonta mucho más atrás, concretamente a 1247, por orden del rey San Luis, que unos años antes había recuperado la ciudad de manos de los condes de Carcasona. Pronto se amplió para acoger al creciente número de fieles de la ciudad baja. En 1355, el Príncipe Negro llegó a Carcasona e incendió la ciudad. El Príncipe Negro era el apodo de Eduardo de Woodstock, príncipe de Gales e hijo del rey Eduardo III de Inglaterra. En 1355, lanzó una amplia campaña en el suroeste, para debilitar el bando francés y sembrar el terror. Las ciudades de Montgiscard, Narbona y la bastida de Carcasona fueron saqueadas e incendiadas. Pero la catedral de San Miguel fue uno de los pocos edificios que no quedó completamente destruido, aunque resultó muy dañado por las llamas. La catedral fue restaurada y se añadió una nueva muralla fortificada para proteger los suburbios de la ciudad. Ésta se sustentaba sobre uno de los muros de la nave. A lo largo de los siglos, la iglesia fue objeto de modificaciones. En 1849, volvió a incendiarse durante la noche. Eugène Viollet-le-Duc, se encargó de las obras de restauración, y fue su primer gran proyecto en la ciudad. Gracias a él, aún hoy puede admirarse en su estilo gótico languedociano. Y como es de esperar, está declarada Monumento Histórico desde 1886. No dudes en entrar para visitarla.