Estatua de los Burgueses de Calais

A principios de la década de 1880, el escultor Auguste Rodin ya había sufrido varios fracasos en concursos para realizar monumentos públicos. Para ganar notoriedad y lograr una mayor estabilidad financiera, encadenó varios encargos oficiales, y el que tienes ante tus ojos llegó en el momento justo, en 1884. Esta obra de bronce representa un episodio clave de la historia de Calais: el sacrificio colectivo de los Burgueses de Calais. Al final del asedio victorioso de los ingleses en el siglo XIV, el rey Eduardo III exigió la rendición de seis ciudadanos de la ciudad. En aquella época, la palabra “burgués” no designaba simplemente a una persona adinerada, como podríamos pensar hoy, sino a un ciudadano libre e influyente, a menudo miembro del consejo municipal. Su entrega simbolizaba la sumisión de Calais. Seis notables se ofrecieron voluntariamente. Aquí los tienes: descalzos, vestidos con simples túnicas y una cuerda al cuello, avanzando lentamente para entregar las llaves de la ciudad al rey vencedor. Cada figura fue esculpida de forma individual: no se miran ni se tocan. Una procesión silenciosa y dolorosa que, según la historia, se detuvo gracias a las lágrimas de la reina de Inglaterra, quien pidió el perdón de los condenados. Calais pasó entonces a manos inglesas el 3 de agosto de 1347 y lo siguió siendo hasta el 6 de enero de 1558. Rodin quería que su escultura se colocara directamente en el suelo, para que los transeúntes pudieran mirar a los seis hombres a los ojos y sentir toda su emoción. Pero en aquella época, esta idea sorprendió, incluso incomodó. La ciudad prefirió seguir los códigos clásicos y colocar la obra sobre un pedestal, como se hacía con los grandes monumentos. Aun así, el mensaje imaginado por Rodin sigue siendo poderoso y conmovedor.