Plaza Saint-Sauveur

Te encuentras en la plaza Saint-Sauveur, una de las plazas públicas más antiguas de la ciudad. Salvada de los bombardeos que precedieron a su liberación, ostenta unas hermosas fachadas típicas del clasicismo francés. La arquitectura clásica, en sentido amplio, nació de la admiración por las obras maestras de la Antigüedad griega y romana, y fue muy utilizada en Francia en el siglo XVII para glorificar a Luis XIV. No es de extrañar, pues, que se le vea en el centro de la plaza, orgulloso como puede estar con sus ropas de emperador romano. A lo largo de los siglos, esta plaza ha tenido muchas funciones. Durante mucho tiempo fue la plaza del mercado, pero también la del patíbulo y la picota. Si no sabes lo que es una picota, debes saber que era simplemente un poste donde te ataban para que todos lo vieran como ejemplo, antes de tu castigo. Los presos que llegaban de la cárcel de la rue de la geôle subían por la rue aux fromages, que conduce a la plaza y que en aquella época se llamaba rue du monte à regret, o la subida al arrepentimiento. También era aquí donde se colgaban por los pies los cuerpos de los que se habían suicidado. En resumen, fue una época encantadora, como todos sabemos. Pero como decía, en el siglo XVIII se lanzó una gran campaña de urbanización, y todas las antiguas casas medievales que rodeaban la plaza fueron demolidas para construir hermosas mansiones privadas y otros refinados edificios. Hoy en día, es una plaza animada con un ambiente agradable donde detenerse a tomar algo. Si vienes aquí un viernes, encontrarás un encantador mercado de productores locales. Al final de la plaza, en dirección al Palacio de Justicia, encontrarás un grupo de estatuas de aluminio. La obra, del artista holandés Joep Van Lieshout, se llama “Caravane”, y recorre la historia de la ciudad a través de cinco emociones: alegría, tristeza, soledad y compasión.