El fresco de “Sissi”

Bávara de origen, luego austriaca por su matrimonio, a Isabel de Austria, o “Sissi” para los más íntimos, le gustaba estar en todas partes a la vez, excepto en su corte real en Viena. Grecia, Francia, Portugal, eran los lejanos destinos mediterráneos donde se refugiaba, se revitalizaba, descansaba y se curaba, la que llamaban “la gaviota de los mares”. Ahora bien, entre las tierras del vasto Imperio austro-húngaro, que ella trataba con indiferencia, quedaba un lugar que Sissi amaba especialmente, y cuya causa defendía con orgullo: Hungría. Y la población local se lo recompensaba muy bien. Admiración, aclamación, el palacio de Gödöllő, nada era demasiado bueno para su soberana favorita. Hoy en día, el aura de esta emperatriz inconformista sigue flotando en Budapest. Su nombre está unido a un puente, pero también a un bulevar. En cuanto a su increíble belleza, a la que profesaba un culto obsesivo y un rigor extremo, está inmortalizada en estatua o bien en fresco, como es el caso justo aquí delante de ti. Realizada en 2013 por el colectivo “Neopaint”, la obra expone en su centro el retrato de Elisabeth de Austria, de larga cabellera castaña rojiza, con una corona de diamantes incrustada. Y en el medallón, justo encima, la lista de las calles más importantes del barrio. Aquí estamos en el distrito 7 de Budapest, también conocido como Ciudad de Elisabeth. Un homenaje más a esta gran dama, rebelde y moderna, que hizo soñar al cine.