Manneken Pis

Ves una multitud de gente en la esquina de la calle, lo cual es normal, llegas frente a la pequeña celebridad de Bélgica, hablo por supuesto del gran Manneken Pis. Seguro que pensabas que sería un poco más alto, ¡pero ni siquiera mide 60 cm! La estatua que ves aquí es una réplica de la original, resguardada en el museo. Pero, ¿de dónde viene esta loca idea de hacer que una estatua orine? Hay muchas leyendas descabelladas, pero te contaré solo dos. La primera habla de un niño que, en un intento de aliviar un impulso inoportuno, se encontró sin saberlo orinando contra la puerta de una bruja que, indignada, lo convirtió en estatua, obligándolo a permanecer así toda la eternidad. La otra, más bélica, cuenta la historia del pueblo asediado por el enemigo, que se disponía a volarlo todo por los aires. Pero un niño que pasaba por allí vio la mecha y, al no tener agua cerca, no dudó en buscar otra forma de apagarla lo antes posible. En cualquier caso, la estatua es una representación humorística de la imprudencia, la libertad y la rebeldía. ¡También te darás cuenta de que es zurdo! Y, especialmente en esa época, eso no era ninguna casualidad.  Hay, por lo tanto, una clara intención de desafiar el orden con este niño de la calle orinando sobre la norma. Sabemos que la primera estatua de piedra ya existía, pero la única fecha fiable es la de la estatua de bronce, fundida en 1619. Como es habitual, el Manneken Pis se disfraza a veces; de hecho, tiene tantos disfraces que se le ha dedicado un museo. Puedes visitarlo un poco más abajo, en la calle de Chêne. No querrás perdértelo, ya que verás un gran graffiti de colores de la versión moderna del Manneken.