Las casas gremiales

Cada una de las casas corporativas de la Grand-Place tiene algo más que ofrecer que fachadas bonitas y bien decoradas. Todas están catalogadas como monumentos históricos, pero también tienen muchas anécdotas que contarte. En primer lugar, si no sabes muy bien de qué va esta historia de estas casas gremiales, debe saber que se trata de un edificio construido para albergar la organización social que reúne a los miembros de una misma profesión. En el número uno, en la esquina de la calle del Beurre (o mantequilla en español), al otro lado de la plaza, se encuentra, por ejemplo, la casa del gremio de panaderos, construida en 1696 y reconstruida a principios del siglo XX. Está decorada con bustos del Rey de España. Puede parecer extraño ver un homenaje a España en Bélgica, pero durante 2 siglos, de 1556 a 1713, Bélgica formó parte de los Países Bajos españoles, gobernados por los Habsburgo y Bruselas era la capital. El número 4 es la casa de los ebanistas, y si te fijas bien en la fachada, verás las herramientas típicas de esta profesión. En el número 6, para el gremio de los barqueros, verás un frontón en forma de popa de barco y así sucesivamente. La Casa de los Cisnes, por ejemplo, que verás frente a ti, fue la morada de Karl Marx y Friedrich Engels, con quienes organizaba reuniones de la Liga Comunista. Al lado, la Casa del Árbol de Oro, también conocida como la Casa de los Cerveceros, perteneció al gremio de los curtidores, luego al de los tapiceros, antes de pasar a los cerveceros. En sus bodegas, podrás visitar el Museo de los Cerveceros Belgas y aprender un poco más sobre el saber hacer ancestral que ha dado fama al país.