Grand-Place

Te sientes muy pequeño, ¡y es normal! La Grand-Place te envuelve con su majestuosidad. Estás en el centro de una de las plazas más bonitas del mundo, o al menos de Bélgica. O eso pensaba Victor Hugo cuando se instaló en la casa del Pigeon durante los pocos años de su exilio. Pero parece que la UNESCO pensó lo mismo y la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1998. Estamos en el corazón de Bruselas, desde aquí, siete calles conducen a las siete puertas de la primera muralla fortificada. Esta plaza rectangular está rodeada de magníficos edificios cuya ornamentación recuerda el poder de una ciudad mercantil en reconstrucción. Destruida en tres días por las tropas francesas de Luis XIV en 1695, la Grand-Place resurgió de sus cenizas aún más bella, más grande y más majestuosa. El único sobreviviente es el ayuntamiento que se alza frente a ti. Es el último vestigio del aspecto que tenía el lugar en la Edad Media y se considera la pieza central de la plaza. 300 estatuas, añadidas a finales del siglo XIX, representan a importantes personajes históricos de Bruselas. Sobre su aguja de 90 metros de altura se alza el arcángel San Miguel, que vigila la ciudad y sirve de veleta.