El Palacio Real

Al cruzar el parque, la avenida de los palacios te conduce, sorprendentemente, al Palacio Real. Un breve recordatorio técnico: Bélgica tiene monarquía. Es una monarquía constitucional hereditaria. Cada soberano de Bélgica es automáticamente descendiente del primer Rey de los belgas, Leopoldo I. Y sí, no es el Rey de Bélgica, sino el Rey de los Belgas, y no es lo mismo. El palacio que ves ante ti es la residencia oficial de los reyes. Es como el Palacio de Buckingham pero en Bruselas. Fue construido en 1820 por orden del Rey Guillermo, y ampliado en 1904 por Leopoldo II. Hoy sigue siendo la residencia de la familia real, así como su lugar de trabajo y recepciones oficiales. La Constitución sitúa al Rey por encima de cualquier ideología política o religiosa, y actúa como una especie de árbitro en las decisiones que afectan a la vida del país. El palacio está abierto a los visitantes una vez al año, desde las fiestas nacionales belgas del 21 de julio hasta septiembre. Si te encuentras fuera de este periodo, pero aún así quieres saber más, siempre puedes visitar el museo de la monarquía en la mansión Bellevue, abierto todo el año.