Catedral Saint-Étienne

Todo un emblema de la ciudad de Bourges, la catedral de Saint-Etienne no deja indiferente a nadie. Única en su género cuando se construyó, entre los siglos XII y XIII, está basada en técnicas de construcción muy modernas para la época. Cuenta con una planta sin crucero, un estilo gótico completamente nuevo y una notable selección de vidrieras del siglo XIII. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992, destaca por su espectacular tamaño, sus armoniosas proporciones y la calidad de sus esculturas. Con sus cinco portales, la fachada de la catedral es realmente monumental: de hecho, es la fachada más ancha, de todos los edificios góticos de Francia. Cuenta con una dimensión de 41 metros, y si se incluye el pilar del extremo derecho, alcanza más de 73 metros. Este pilar fue construido con urgencia con el objetivo de sostener la torre sur, que en el siglo XIII, ya corría peligro de derrumbarse a causa de las grietas. Se la apoda la “torre sorda”, debido a que en su larga existencia, nunca se han tocado las campanas. A diferencia de la torre sur, la torre norte resultaba igual de frágil y por ello se derrumbó en 1506. Reconstruida en los 30 años siguientes, pasó a conocerse como la torre de la mantequilla: de hecho, para financiar su reconstrucción el entonces rey de Francia, Luis XII, incitó a los habitantes a hacer donaciones. A cambio, se les dispensó de ayunar. Como puedes imaginarte, muchos de ellos decidieron pagar su parte… Hoy, desde lo alto de los 396 escalones, se puede disfrutar de una magnífica vista de Bourges y sus alrededores. Otra de las visitas que ofrece la catedral es la de la cripta románica, donde se conservan las reliquias de Saint Etienne, las tumbas de numerosos arzobispos y la sepultura yacente del duque de Berry. Volviendo de nuevo a la catedral. No se sabe a quién se debe esta auténtica obra maestra, puesto que el nombre del arquitecto sigue siendo desconocido a día de hoy, pero lo que es seguro es que su talento y su ingenio son habitualmente elogiados por los cerca de 600.000 visitantes que acuden cada año para contemplar la catedral de Bourges. Es un verdadero tesoro arquitectónico que enorgullece a los habitantes de la ciudad.