Iglesia Ortodoxa

Probablemente no lo sepas, pero la ciudad de Biarritz está impregnada de elementos rusos. La iglesia ortodoxa que tienes delante es un bonito recuerdo de la presencia de la aristocracia rusa de finales del siglo XIX y principios del XX. Todo comenzó cuando la pareja principesca de Oldenburgo visitó a Napoleón III, en 1859. Venían a agradecerle la firma en París del tratado de paz de la guerra de Crimea. Llegaron con su corte de cincuenta personas, y el rumor corrió rápidamente entre la alta sociedad rusa, que no tardó en acudir en masa a Biarritz. La irrupción del ferrocarril facilitó mucho las cosas. Sólo se tardaba una semana en llegar y francamente, en aquella época viajar tomaba periodos más largos. Artistas, corte imperial, burgueses, militares, escritores… todos acudían en masa a los 11 hoteles de 5 estrellas de la ciudad. También venían a recibir tratamientos. Esto ocurría al principio del movimiento climatista, que preconizaba los baños de mar y el clima marino para tratar los pulmones. Sin embargo, para la creciente población rusa, los salones de los hoteles y las capillas transformadas ya no bastaban para sustituir sus lugares de culto, y financiaron la construcción de esta gran iglesia ortodoxa. Por eso la calle vecina se llama calle de Rusia. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, los casinos se pusieron en venta y la diversión dejó de estar a la orden del día. Luego, en los años 50 comenzó el turismo de masas. Los rusos se fueron y no regresaron. Sin embargo, dejaron un grato recuerdo de su estancia en Biarritz. Ahora vamos a tomar la calle de Rusia, a la derecha de la iglesia para volver hacia el centro. Pero si quieres llegar hasta el faro de Biarritz, cosa que te recomiendo encarecidamente, puedes seguir recto por la avenida de la Emperatriz durante aproximadamente 1 km. A una altura de 47 metros y encaramado a 75 metros sobre el nivel del mar, este hermoso faro blanco conduce los marineros a buen puerto desde 1834.  Y como pequeña anécdota, debes saber que fue en lo alto del faro de Biarritz donde se celebró la primera gran comida del G7 de 2019, que reunió a los presidentes de Francia (Emmanuel Macron) y Estados Unidos (Donald Trump), a la canciller alemana (Angela Merkel), así como a los primeros ministros de Japón (Shinzo Abe), Reino Unido (Boris Johnson), Canadá (Justin Trudeau) e Italia (Giuseppe Conte). Una cena cuanto menos original. No podrás comer allí, pero si está abierto durante tu visita, podrás subir los 248 escalones hasta la cima y admirar la impresionante vista de la costa rocosa del País Vasco y el litoral arenoso de la región de Las Landas.