Bebelplatz

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Te encuentras en una de las plazas más bellas de la capital, rebautizada en 1947 en honor de August Bebel, uno de los fundadores del Partido Obrero Socialdemócrata Alemán. Fue diseñada en el siglo XVIII como parte de la creación del «Forum Fridericianum». Este espacio, inspirado en el mundo romano, era el deseo del rey Federico el Grande de Prusia, que proclamó, al acceder al trono, que toda capital real debía tener un teatro de ópera, para transmitir el aspecto cultural de la monarquía, así como una biblioteca real, para mostrar la educación y sofisticación de un reino ilustrado. No quería que su imperio se limitara a sus victorias militares, sino que también deseaba que pasara a la historia como una nación culta. Por ello, en la década de 1740 se construyeron los siguientes edificios, por orden de aparición: la Ópera, el palacio Prinz-Heinrich, hoy Universidad de Humbolt, la catedral de Santa Eduviges, con su enorme cúpula verde, y la biblioteca, que cierra el lado opuesto de la plaza y hoy alberga la Facultad de Derecho. Pero Bebelplatz no es tan conocida sólo por sus bellos edificios. Como bien sabes, en la historia todo es tragedia. Hoy, el lugar se asocia inmediatamente con la terrible noche del auto de fé nazi. El 10 de mayo de 1933, por orden de Goebbels, entonces ministro de Propaganda, miembros de las SA y grupos de jóvenes nazis quemaron más de 20.000 libros de autores extranjeros. Este acto se denominó «Día de Acción contra la Mente No Germánica» y se organizó en una veintena de ciudades universitarias, como un ritual de purificación en el que se construyeron enormes piras funerarias por todo el país. Por desgracia, los auto de fés existen desde hace mucho tiempo. Ya en 1242 se quemaron en París 24 carros del Talmud, el libro sagrado judío. ¿Cuántos textos preciosos han ardido a lo largo de los siglos porque unas pocas personas tenían miedo de las ideas de los demás? La pérdida es inconmensurable. Goebbels se inspiró en la Inquisición española, que quemaba todos los libros considerados malditos. Una obra de arte contemporánea conmemora aquel fatídico día. Se trata de la Biblioteca Hundida, del artista israelí Micha Ullman. Revela una biblioteca subterránea vacía a través de una lámina de cristal transparente. Sus estanterías vacías son lo suficientemente grandes como para contener los libros que han desaparecido. Junto a ella se pueden leer los versos del poeta Heinrich Heine, evocando la quema de libros en Córdoba: «Donde se queman libros, se queman hombres». Eso lo dice todo. Te dejo con tus pensamientos, antes de dirigirte a la catedral.
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