Plaça Sant Felip Neri

Llegas a la pequeña plaza de Sant Felip Neri, un lugar secreto y tranquilo en medio del bullicio de la ciudad. Toma su nombre de la iglesia que la preside, un edificio barroco poco común en la ciudad, construido en el siglo XVIII como dependencia del convento de la Confederación del Oratorio, una sociedad de sacerdotes.  La plaza se trazó en el emplazamiento de un antiguo cementerio medieval, conocido como el cementerio de los condenados. Aquí se enterraba a los condenados a muerte, así como a algunos de los verdugos. En el siglo XVII, recibió el sobrenombre de Fosa de Nazaret, y el cementerio quedó completamente saturado por la gran epidemia de peste negra. Hoy puedes ver una fuente octogonal en el centro, coronada en su día por una estatua que fue robada un año después de inaugurarse la plaza, en 1963. La sustituyeron, pero volvieron a robarla. Así que la ciudad abandonó la idea, y la fuente permanece sin estatua. Las fachadas renacentistas de las casas que ves a tu alrededor han sido renovadas y pertenecían a distintos gremios. En particular, la casa de los zapateros, que ahora alberga el histórico museo del calzado. Pero lo que sin duda llama tu atención son las cicatrices aún visibles en las piedras de la iglesia. Los daños que ves en la fachada se han conservado por razones históricas y simbólicas. En enero de 1938, en plena Guerra Civil española, cayeron obuses de aviones fascistas de la aviación italiana, que apoyaba al bando franquista. Las bombas estallaron en la plaza, destruyendo el tejado de la iglesia y segando la vida de quienes se habían refugiado en ella.  Se perdieron unas cuarenta vidas, la mayoría niños. Hoy, en desafío al pasado y como símbolo de la nueva paz, la plaza es un patio de recreo para escolares.