Plaça Reial

La Plaça Reial tiene clase, mucha clase, con sus proporciones perfectas, sus pórticos, sus palmeras y su fuente. Se dice que se llamó Royale precisamente por su belleza, pero en realidad debería haberse llamado Plaza de los Héroes españoles, en referencia a la guerra de independencia librada contra el imperio de Napoleón. Pero con un rey en el poder que acabó con todos los nombres de calles que tuvieran algo que ver con el liberalismo francés, se decidió no complicar las cosas, y así nació una buena y vieja plaza real. Se construyó en el solar de un antiguo convento, destruido por un incendio en 1835. La ciudad proyectó construir aquí un gran teatro, pero la inauguración del teatro del Liceo en 1847, a sólo unos metros, en la Rambla, hizo que el proyecto perdiera su razón de ser, y el teatro de la Plaza Real nunca vio la luz. En el centro, puedes admirar la hermosa fuente de hierro de las 3 Gracias. Fabricada en Francia, presenta estatuas de las Caridades, las tres diosas griegas de la gracia que dieron nombre a la obra. También deberías dedicar tiempo a admirar las dos farolas que la rodean, unas de las primeras obras de Gaudí. Ya puedes reconocer uno de los temas favoritos del arquitecto, la identidad catalana. Fíjate bien y verás en la parte superior el casco alado del dios romano Mercurio y una serpiente enroscada alrededor del pilar. Estos símbolos recuerdan las conquistas catalanas de la época medieval. A principios del siglo XX, la plaza atraía sobre todo a las clases más acomodadas, que venían a disfrutar de los establecimientos de lujo que se abrían bajo los soportales. Hoy es un lugar de encuentro para el público en general y una importante atracción turística. Los fines de semana, la Place Royale se llena de un mercado de antigüedades dedicado a monedas antiguas y sellos de coleccionista.