Amsterdam en 3 hechos

Aprovecho este pequeño momento en medio de los canales para contarte algunas anécdotas sobre la capital de los Países Bajos. Puede que lo hayas notado, pero Ámsterdam es una ciudad que ha decidido desterrar poco a poco los coches de su centro… ¡para poder caminar y, sobre todo, andar en bicicleta! ¡Además, en la ciudad hay más bicicletas que habitantes! Porque sí, Ámsterdam es la capital mundial de la bicicleta: con más de 400 kilómetros de ciclovías, la bicicleta se ha convertido en el medio de transporte más utilizado por sus habitantes. Es ecológica, rápida y perfecta para ponerse en forma, por lo que la bicicleta es la estrella de la capital. Otra información a tener en cuenta es que Ámsterdam es una ciudad que se encuentra por debajo del nivel del mar. Sí, es posible. Y es por esto que cuando los habitantes se asentaron en el territorio, en el siglo XII, sufrían numerosas inundaciones. Luego comenzaron a construir diques y canales para drenar el agua, lo que llevó, a medida que avanzaba, a que el suelo se moviera cada vez más abajo… ¡hasta que hoy alcanza los 2 metros por debajo del nivel del mar! Desafortunadamente, este es un hecho que es particularmente preocupante con el calentamiento global, ya que puede intensificar las inundaciones en Ámsterdam y en todos los Países Bajos en el futuro. El tercer y último hecho que voy a contar es un mito muy conocido en el país: la leyenda del Holandés errante. Esta leyenda nacida en el siglo XVII cuenta la historia de un gran capitán holandés, que partió para Indonesia, quien supuestamente habría desafiado a Satanás, asegurándole que podía navegar sin problemas, independientemente de las tormentas y el clima. Satanás provoca entonces una gran tormenta y, mientras la tripulación del barco le ruega al capitán que se dé la vuelta, el Diablo le pide que confiese su derrota. Pero se niega: el barco termina chocando contra una roca, causando su muerte y la de toda la tripulación. Por su culpa y arrogancia, el capitán está condenado a rondar los mares y océanos por la eternidad: se le llama el Holandés errante. Incluso hoy en día, los marineros neerlandeses se esfuerzan por no cruzarse nunca con él ni con su barco, por temor a que luego sobrevenga una desgracia. ¡Una historia que ha recorrido todo el país y que, aunque no sabemos si es verdadera o falsa, nos recuerda que no debemos ponernos en peligro por pura vanidad, a riesgo de perder la vida y ser severamente sancionados!