Museo Lapérouse

Una estatua, una casa y ahora un museo con su nombre, si nunca has oído hablar de Jean-François de Galaup, conde de Lapérouse, ya es hora de que lo hagas. En Albi, no nos cansamos de rendir homenaje a este joven marino apasionado que las aguas del mundo transformaron en un célebre navegante francés. Brillante en la escuela de los Guardias de la marina, talentoso en las guerras franco-inglesas, Lapérouse obtuvo el grado de capitán a los 39 años. Era el rango más alto del cuerpo de oficiales superiores de la Marina Real francesa. Una distinción honorable y gratificante que causó revuelo, incluso en la corte. Por corte, entendemos el rey Luis XVI, quien, al firmarse el Tratado de Versalles en 1783 entre Alemania y los Aliados, recurrió al talento de Lapérouse para dirigir la mayor expedición marítima jamás vista en el mundo. El objetivo de la expedición era restablecer el poder científico, etnológico, económico y político del Reino de Francia. El 1 de agosto de 1785, el explorador se hizo a la mar con sus fragatas Boussole y Astrolabe, llevando a bordo más de 200 personas. En dos años y medio, Lapérouse viajó a Brasil, Chile, Isla de Pascua, Hawái, Alaska, China, Japón, Filipinas, Siberia y Australia, y luego nada más. En una noche de tormenta de 1788, el Boussole y el Astrolabe se rompieron y encallaron en los arrecifes de Vanikoro, en el Pacífico Sur. La expedición, que había tenido tanto éxito, terminó en un misterioso naufragio. Calculado o no, 200 años más tarde, el museo Lapérouse abrió sus puertas. Aún hoy, rinde homenaje a la memoria del navegante albigense, desde el principio hasta el final de su viaje, a través de mapas, maquetas y numerosas reliquias recuperadas de los pecios de las dos fragatas perdidas. ¡Ya verás, hay mucho para deleitarte!