Mansión Reynès

Esta mansión, que data de 1530, perteneció durante muchos años a la familia Reynès. Es decir, una de las familias albigenses más importantes del siglo XVI. La familia Reynès, enriquecida inicialmente con el comercio de telas y más tarde con el de jabón, ocupó en su día los puestos más altos de la ciudad. Por ello, sus alianzas matrimoniales eran cuidadosamente seleccionadas. Su antigua mansión es una joya del Renacimiento albigense, en perfecto equilibrio de piedra y ladrillo. Pero no te detengas ahí y continúa tu visita en el patio de honor. Rematado por una elegante galería tipo logia, este patio servía antiguamente para recibir a los invitados en las recepciones. Una vez dentro, fíjate en los dos pequeños nichos. En sus centros se encuentran los bustos de Francisco I y de su segunda esposa, Leonor. Según la leyenda, este homenaje subraya el hecho de que, en 1533, la pareja real, que debía realizar una breve visita a Albi, acabó prefiriendo descubrir los vinos de Gaillac, no lejos de aquí. Una actitud poco convencional, pero a un rey se le perdona casi todo. Declarado monumento histórico en 1862 y adquirido por el ayuntamiento en 1925, la mansión Reynès está ocupada actualmente por el Comité Departamental de Senderismo del Tarn.