Maison Enjalbert

Te encuentras ante una de las atracciones más emblemáticas de la ciudad, que data del siglo XVI. Al contemplar la Maison Enjalbert, es difícil permanecer indiferente ante su aspecto. Su alternancia de madera y ladrillo, bellamente ejecutada, nos regala un sublime decorado que cambia según la fachada que se mire. El efecto es aún más asombroso cuando se añaden la simetría y la armonía del estilo renacentista, notables en los marcos esculpidos, los frontones triangulares y las pilastras engastadas con capiteles. No se puede negar que el propietario original, (cuya identidad se desconoce) tenía gusto por las cosas bellas. Catalogada como monumento histórico desde 1921, la Maison Enjalbert, que debe su nombre a un pastelero del siglo XIX, sigue siendo propiedad privada. Para los que no sepan, este edificio también es conocido por su singular esculturita. Se encuentra en el primer piso, a la derecha de la puerta de madera de la entrada. ¿Puedes verla? Apodada el “pequeño meón”, hace referencia a la leyenda según la cual la orina se utilizaba antiguamente para fabricar pastel. Al parecer, una vez fermentada con cáscaras de pigmentos coloreados, se obtenía una pasta que era la fuente del polvo de pastel, aunque muy divertida, esta teoría sobre el oro azul, responsable del enriquecimiento de Albi en el siglo XVI, en realidad no tiene ningún fundamento. Aunque sus orígenes no están claros, la Maison Enjalbert contribuye sin duda a la diversidad del patrimonio de Albi y constituye un descubrimiento encantador en nuestro itinerario turístico.