Plaza Carnot
Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visita Aix-Les-Bains, La Riviera de los Alpes
Estás en la plaza Carnot, la más antigua de Aix-les-Bains. Esta amplia explanada adoquinada guarda más secretos de los que parece. Ya en la Edad Media se la conocía como la “Gran Plaza”. Situada entre las dos puertas fortificadas de la ciudad, ocupaba un punto estratégico en la ruta que unía Chambéry con Ginebra. Imagina las caravanas de mercaderes, peregrinos o mensajeros atravesando los Alpes; muchos se detenían aquí para descansar o intercambiar mercancías.
Con el tiempo, la plaza fue cambiando de nombre según la época. Durante la Revolución se llamó “plaza de la Libertad” y, como dictaba la tradición, se plantó un árbol republicano. La denominación actual, “plaza Carnot”, llegó a finales del siglo XIX en honor a Sadi Carnot, presidente de la República asesinado en Lyon en 1894. Centro de la vida local, la plaza acogía antaño una pequeña lonja junto a la actual fuente, con un animado mercado diario.
El duque Filiberto de Saboya instituyó aquí una feria anual que atraía a comerciantes y visitantes de toda la región. Fíjate en la fuente del centro: data de 1773 y fue una de las tres únicas fuentes comunales que abastecían de agua potable a la ciudad. Hoy cuesta imaginar cómo era la vida antes de la llegada del agua corriente. En el siglo XIX, la modernidad hizo su entrada: en 1816 se inauguró aquí la primera oficina de correos de la ciudad y, pocos años después, un farol iluminó por primera vez las noches de Aix.
Poco más tarde llegaron las aceras asfaltadas, transformando el espacio urbano. A tu alrededor, las fachadas evocan el esplendor termal de antaño: balcones de hierro forjado, ventanales altos, tejados de pizarra… Una elegancia típica de las estaciones termales europeas que refleja el auge de Aix-les-Bains en el siglo XIX, cuando acogía a la aristocracia y a los amantes de las termas de toda Europa.
La última gran transformación se produjo en los años 80, cuando la plaza se peatonalizó y se volvió a adoquinar por completo, devolviéndole su función original: un lugar de encuentro, de paseo y de vida.
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