El arco de Campanus

Estás ante uno de los monumentos más antiguos de Aix-les-Bains… y probablemente también uno de los más enigmáticos. El Arco de Campanus se alza aquí desde hace casi dos mil años. Fue construido por un notable local, Lucius Pompeius Campanus, hacia finales del siglo I. No era un arco de triunfo ni un mausoleo en sentido estricto, sino probablemente una puerta monumental que marcaba la entrada a los antiguos baños termales romanos.

Campanus mandó grabar en él toda una genealogía familiar, inscrita en distintas partes del monumento: padres, abuelos, hermano, hermana… como si fuera un árbol genealógico de piedra. Aunque hoy estas inscripciones son muy difíciles de leer por el desgaste del tiempo, los arqueólogos han logrado descifrar con paciencia estos cuadros en latín, reconstruyendo así la historia de esta influyente familia romana de la época.

Con más de nueve metros de altura pero apenas setenta y cinco centímetros de grosor, también sorprende por su técnica constructiva: grandes bloques de piedra tallada, encajados sin mortero, un auténtico prodigio del conocimiento antiguo. Durante siglos, el arco sufrió todo tipo de usos y transformaciones: fue integrado en una caballeriza, en un granero, parcialmente enterrado… e incluso estuvo a punto de desaparecer en el siglo XIX. Afortunadamente fue rescatado y declarado monumento histórico en 1890. Hoy, junto al templo de Diana y el ayuntamiento, forma un conjunto patrimonial excepcional.

Discreto pero cautivador, este arco es un vínculo directo con la Aix galo-romana y una memoria de piedra que ha atravesado los siglos.