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A pocos kilómetros de Roma, en la localidad de Tívoli, se alza uno de los testimonios más espectaculares de la grandeza del Imperio Romano: la Villa Adriana. Repartida en más de 120 hectáreas, esta residencia imperial construida en el siglo II fascina por su arquitectura innovadora y su notable estado de conservación. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, ofrece una visión única del refinamiento de la antigua Roma y permite comprender mejor la personalidad de uno de los emperadores más cultos de la historia romana. Siga esta completa guía para preparar su visita a este excepcional yacimiento arqueológico.
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La Villa Adriana es una vasta residencia imperial construida en el siglo II d.C. por el emperador Adriano (117-138). Situada en Tívoli, a unos 30 kilómetros al este de Roma, ocupa una superficie de más de 120 hectáreas, lo que la convierte en una de las mayores villas de la Antigüedad romana. Mucho más que una simple residencia, era una verdadera pequeña ciudad, con palacios, termas, bibliotecas, teatros, templos y suntuosos jardines.
Adriano, emperador erudito y gran viajero, diseñó esta villa como lugar de retiro y reflexión. Apasionado por la arquitectura y las culturas extranjeras, reprodujo los monumentos y paisajes que le habían impresionado en sus viajes por todo el Imperio, desde Grecia hasta Egipto. El resultado es un conjunto arquitectónico único que mezcla armoniosamente influencias romanas, griegas y egipcias, testimonio de la amplitud de miras de este emperador culto.
Lea también sobre la guía de Roma:
Situada en Tívoli, la Villa Adriana es fácilmente accesible desde Roma por diversos medios de transporte. Estas son las principales opciones para llegar a este lugar excepcional.
La opción más barata es el autobús Cotral. Baje en la estación de metro Ponte Mammolo (línea B) de Roma y, a continuación, tome un autobús Cotral en dirección a Tívoli. Baje en la parada “Bivio Villa Adriana”, situada a unos 300 metros de la entrada del yacimiento. El trayecto dura unos 50 minutos y cuesta unos 2,60 euros. Los autobuses circulan regularmente durante todo el día.
Desde la estación de Roma Termini o Roma Tiburtina, tome un tren regional hasta Tivoli. Una vez en la estación de Tívoli, tome el autobús local CAT número 4, que le dejará cerca de la Villa Adriana. El trayecto en tren dura unos 30 minutos, pero el viaje completo con el autobús local puede durar entre 1 y 1 hora y 15 minutos.
Si tiene coche, tome la autopista A24 en dirección a L’Aquila y salga en “Tivoli”. A continuación, siga las indicaciones hacia “Villa Adriana”. Hay aparcamiento gratuito cerca de la entrada al recinto. El trayecto desde el centro de Roma dura unos 40 minutos, dependiendo del tráfico.
Para mayor comodidad, puede reservar un taxi o un VTC desde Roma. El viaje de ida cuesta entre 50 y 70 euros. Es una buena opción si viajas en grupo.
Muchas agencias ofrecen excursiones de un día desde Roma que incluyen transporte, entradas y un guía de habla inglesa. Se trata de una solución práctica que a menudo permite combinar una visita a la Villa Adriana con otra a Villa d’Este, otra de las joyas de Tívoli.

La Villa d’Hadrien está abierta todos los días del año, excepto el 1 de enero, el 1 de mayo y el 25 de diciembre. Los horarios varían según la temporada:
Para aprovechar al máximo su visita, le recomendamos llegar al menos dos horas antes del cierre.
Los precios para visitar la Villa Adriana son los siguientes:
La entrada es gratuita el primer domingo de cada mes y en determinadas fiestas nacionales italianas (25 de abril, 2 de junio y 4 de noviembre). También se pueden adquirir entradas combinadas con Villa d’Este a un precio reducido.
Le recomendamos encarecidamente que reserve sus entradas en línea a través del sitio web de CoopCulture u otras plataformas especializadas. La reserva le permite evitar las colas, que son especialmente largas en temporada alta, y le garantiza el acceso al recinto en las horas punta. Por lo general, se aplica una tasa de reserva de 2 €.
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Para aprovechar al máximo su estancia en la región de Roma, no dude en descargar nuestro audioguía de Roma. Nuestro recorrido le lleva por los monumentos emblemáticos de la Ciudad Eterna, desde el Coliseo hasta el Foro Romano y Trastevere. Con 24 entretenidas audioguías y navegación interactiva, explore Roma como nunca. El recorrido también incluye recomendaciones para organizar una excursión a Tívoli y descubrir la Villa Adriana en las mejores condiciones.

El yacimiento arqueológico de la Villa Adriana está repleto de monumentos excepcionales. He aquí los monumentos imprescindibles que no debe perderse durante su visita.
El Pecile es un enorme pórtico rectangular inspirado en el Pórtico Pintado de Atenas, que el emperador Adriano admiraba en sus viajes. Con 232 metros de largo y 97 de ancho, este espacio estaba revestido de columnas y rodeado por un vasto estanque central. Era un lugar de paseo filosófico, donde al emperador le gustaba meditar. Las dimensiones monumentales del Pecile atestiguan el deseo de Adriano de recrear en su residencia privada el ambiente de los grandes espacios públicos griegos.
El Teatro Marítimo, también conocido como la “Isla Encantada”, es uno de los monumentos más originales de la villa. Se trata de una pequeña residencia circular construida sobre una isla artificial, rodeada por un canal y un pórtico con columnas. Accesible a través de un puente móvil, este pabellón albergaba una biblioteca, salas de descanso y un jardín en miniatura. Era el refugio más íntimo de Adriano, donde el emperador se retiraba para leer, meditar y aislarse de su corte. La arquitectura circular y la ingeniosa disposición de las salas revelan el gusto de Adriano por la innovación arquitectónica y su necesidad de soledad.
El Canopus es sin duda el elemento más espectacular de la Villa Adriana. Se trata de una dársena de 119 metros de largo, bordeada de columnas, estatuas y esculturas, que reproduce el canal que unía Alejandría con la ciudad de Canopus en Egipto. En el extremo de la cuenca se encuentra el Serapium, un monumental ninfeo donde Adriano celebraba banquetes de verano al abrigo del calor. La bóveda de media naranja y los sofisticados juegos de agua creaban una atmósfera refrescante y majestuosa. Este complejo atestigua la fascinación de Adriano por la cultura egipcia y el ingenio de los ingenieros hidráulicos romanos.
La villa comprendía dos complejos termales: las Grand Thermes y las Petits Thermes. Estas instalaciones reflejan la importancia del baño en la sociedad romana. Las Grandes Termas, destinadas a la corte y los invitados, incluían un frigidarium (baño frío), un tepidarium (baño templado) y un caldarium (baño caliente), así como gimnasios y salas de masaje. Las Petits Thermes, más íntimas, estaban probablemente reservadas al emperador y su familia inmediata. Aún se pueden admirar los restos de los sistemas de calefacción por suelo radiante (hipocaustos) y los magníficos mosaicos que adornaban estas zonas de descanso.
La “Plaza Dorada” debe su nombre a la riqueza de su ornamentación. Esta vasta área de recepción comprendía un peristilo que rodeaba un patio adornado con estanques y fuentes. Las paredes estaban revestidas de mármol precioso, las columnas eran de mármol de Carrara y los suelos estaban adornados con refinados mosaicos. Los restos de estuco dorado que aún se conservan atestiguan el extraordinario lujo de este espacio. La Piazza d’Oro se utilizaba probablemente para recepciones oficiales y ceremonias imperiales, donde Adriano recibía a dignatarios y embajadores de todo el Imperio.
El Palacio Imperial era el corazón residencial de la villa. Albergaba los apartamentos privados de Adriano, salas de recepción y el famoso Triclinium, un enorme salón de banquetes donde el emperador celebraba sus fiestas. El palacio también contenía una biblioteca doble, dividida en secciones griegas y latinas, testimonio de la cultura enciclopédica de Adriano. Los frescos y los mármoles que decoraban estas zonas han desaparecido, por desgracia, pero el tamaño de las ruinas aún permite imaginar el esplendor de estas dependencias. Aquí se desarrollaba la vida cotidiana del emperador y su corte.
Más allá de los edificios, la Villa Adriana contaba con amplios jardines con olivos, cipreses y pinos piñoneros. Los jardines estaban adornados con fuentes, estatuas y vistas panorámicas de la campiña circundante. Estos espacios verdes no eran sólo decorativos: también se utilizaban para la producción agrícola de la villa. Aquí se cultivaban frutas, verduras y hierbas aromáticas. Los caminos arbolados y las zonas de sombra invitaban al paseo y la contemplación, en el espíritu de los jardines filosóficos griegos.
Antes de comenzar su visita al yacimiento arqueológico, no se pierda el Museo Didáctico situado en la entrada. Cuenta con una maqueta de la villa en su estado original, que le ayudará a visualizar el conjunto arquitectónico. También encontrará copias de estatuas descubiertas durante las excavaciones, así como explicaciones sobre la historia del yacimiento y las técnicas de construcción romanas. Esta introducción le ayudará a comprender mejor lo que está a punto de descubrir mientras explora las ruinas.

Dedique al menos 2 ó 3 horas a visitar la Villa Adriana. El lugar es extenso y requiere caminar mucho. Los aficionados a la historia y la arqueología pueden dedicarle fácilmente medio día. Si además desea visitar Roma en el mismo día, planifique una jornada completa con salida temprana.
La primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre) son las épocas ideales para visitar la Villa Adriana. Las temperaturas son agradables y hay menos visitantes que en verano. Si es posible, evite julio y agosto, cuando el calor puede ser agobiante y el recinto está muy concurrido. Para disfrutar de un ambiente más tranquilo, opte por las horas de apertura (9 de la mañana) o las últimas horas de la tarde.
Lleve calzado cómodo para caminar, ya que el lugar es extenso e incluye caminos de tierra y grava. En verano, lleve sombrero, crema solar y abundante agua, ya que gran parte del recorrido no está a la sombra. En invierno, lleve una chaqueta, ya que las temperaturas pueden ser frescas. La ropa informal es perfectamente apropiada para la visita.
En la entrada se pueden alquilar audioguías en varios idiomas, incluido el francés, por unos 5 euros. Ofrecen explicaciones detalladas sobre la historia del lugar y sus principales monumentos. También puede descargar gratuitamente aplicaciones para móvil antes de su visita. Si lo prefiere, varias agencias ofrecen visitas en grupo con un guía francófono.
Está permitido llevar agua y pequeños tentempiés. Sin embargo, no está permitido hacer picnics dentro del yacimiento arqueológico. En la entrada hay un bar-cafetería donde se pueden comprar bebidas y aperitivos. Si desea almorzar, es mejor que planee hacerlo antes o después de la visita, en uno de los restaurantes de Tivoli.
Parte del recinto es accesible en silla de ruedas, incluidas las zonas más emblemáticas como el Canopus y el Pecile. Sin embargo, algunas secciones tienen escaleras y caminos de tierra que pueden resultar de difícil acceso. Es aconsejable ponerse en contacto con el sitio con antelación para obtener información precisa sobre la accesibilidad y, en caso necesario, ir acompañado.
No lo dudes. Villa d’Este, famosa por sus jardines de estilo italiano y sus espectaculares fuentes, también está en Tívoli. Si dispone de un día completo, puede visitar ambos lugares. Hay entradas combinadas a precio reducido. Tómese entre una hora y media y dos horas para visitar Villa d’Este. Un autobús local une ambos lugares en pocos minutos.
Para organizar su estancia en Roma y descubrir todos los tesoros de la capital italiana, no olvide descargar nuestro audioguía de Roma. Nuestro itinerario le guiará por los lugares imprescindibles de la Ciudad Eterna y le dará todas las claves necesarias para que su viaje sea un éxito.

La Villa Adriana comenzó a construirse en torno al año 118 d.C., poco después de que el emperador Adriano accediera al trono. A diferencia de la mayoría de los emperadores romanos, que preferían residir en el corazón de Roma, Adriano optó por alejarse de la capital y construirse una residencia en Tívoli, en una región verde y montañosa. El proyecto tardó casi veinte años en completarse e implicó a cientos de arquitectos, ingenieros y trabajadores.
Adriano fue un emperador atípico: culto, amante del arte, apasionado de la arquitectura y gran viajero. Pasó gran parte de su reinado recorriendo las provincias del Imperio Romano, desde Bretaña hasta Egipto. Durante sus viajes, quedó impresionado por los monumentos y paisajes que descubrió. La Villa Adriana se convirtió en el lugar donde pudo recrear estas maravillas: el Canopo evoca Egipto, el Peciolo recuerda Atenas y el Teatro Marítimo se inspira en la arquitectura griega. Más que una residencia, fue un manifiesto arquitectónico que reflejaba la visión cosmopolita del emperador.
Tras la muerte de Adriano en 138 d.C., la villa fue utilizada por sus sucesores inmediatos, pero poco a poco cayó en desuso. Los emperadores posteriores prefirieron otras residencias, y la villa perdió su importancia. A lo largo de los siglos, sufrió los estragos del tiempo, los terremotos y, sobre todo, los saqueos. A partir del Renacimiento, nobles y papas hicieron desmontar estatuas, columnas y mármoles para decorar sus propios palacios. Muchas de las obras de arte descubiertas en la villa se encuentran hoy en museos de todo el mundo, como los Museos Vaticanos y los Museos Capitolinos.
Fue en el siglo XVI cuando la Villa Adriana recobró interés entre los artistas y eruditos del Renacimiento. El lugar se convirtió en una importante fuente de inspiración para arquitectos como Andrea Palladio, que estudió las proporciones y técnicas de construcción romanas. Las primeras excavaciones sistemáticas comenzaron en el siglo XVIII, sobre todo bajo el impulso del cardenal Giuseppe Alessandro Furietti, que descubrió los famosos Centauros Furietti, hoy expuestos en los Museos Capitolinos.
Las excavaciones continuaron en los siglos XIX y XX, revelando gradualmente la extensión y riqueza del yacimiento. En 1999, la UNESCO declaró la Villa Adriana Patrimonio de la Humanidad, en reconocimiento de su excepcional importancia histórica y arquitectónica. Las excavaciones y los trabajos de restauración continúan hasta nuestros días, proporcionando una mejor comprensión de este complejo monumental.
La Villa Adriana tiene muchas historias fascinantes. Se dice que Adriano pasaba horas diseñando él mismo algunos edificios, sin dudar en corregir los planos de sus arquitectos. Su amor por su compañero Antinoo, un joven griego que murió trágicamente en el Nilo, impregna el lugar: se han encontrado numerosas estatuas suyas en la villa.
Bajo la villa se extiende una vasta red de pasillos subterráneos utilizados por el personal para desplazarse discretamente y transportar alimentos y mercancías sin molestar al emperador. Estas galerías atestiguan la impresionante organización logística necesaria para dirigir un complejo semejante.
Por último, es curioso observar que la villa era tan grande que Adriano podía pasar allí varios días sin hacer dos veces el mismo recorrido. Era realmente una pequeña ciudad en sí misma, con sus barrios residenciales, zonas de ocio, zonas administrativas y jardines.
En conclusión, una visita a la Villa Adriana es una experiencia inolvidable que le transporta 2.000 años atrás, al corazón de la Roma Imperial. Este excepcional lugar es testigo del genio arquitectónico romano y de la fascinante personalidad del emperador Adriano. Fácilmente accesible desde Roma, esta excursión de un día a Tívoli es la manera perfecta de descubrir la Ciudad Eterna. No olvide descargarse nuestro itinerario audioguiado de visita de Roma para aprovechar al máximo su estancia y descubrir todos los secretos de la capital italiana. Si le apasiona la historia, la arquitectura o simplemente busca la belleza, la Villa Adriana le sorprenderá por su grandeza y su ambiente único.
Sí, es posible comprar las entradas directamente en la entrada de la Villa Adriana. Sin embargo, en temporada alta, las colas pueden ser largas. Le recomendamos encarecidamente que reserve sus entradas en línea con antelación a través del sitio web de CoopCulture u otras plataformas especializadas para ahorrar tiempo y garantizar su acceso.
A la entrada del recinto hay un bar-cafetería donde se pueden comprar bebidas frías, bocadillos y sándwiches. Para comer de verdad, lo mejor es dirigirse al centro de Tivoli, a un corto trayecto en autobús, donde encontrará multitud de restaurantes y trattorias que sirven auténtica cocina italiana.
Sí, la fotografía está permitida en todo el sitio para uso personal. Los visitantes pueden hacer fotos y vídeos sin flash. Puede ser necesaria una autorización previa para la fotografía profesional o el uso de trípodes. Está prohibido el uso de drones sin autorización especial.
La Villa Adriana puede ser visitada por toda la familia, pero es importante tener en cuenta que el lugar es extenso y requiere caminar mucho. En general, los niños mayores de 8 años disfrutarán de la visita, sobre todo si están familiarizados con la historia romana. Para los más pequeños, prevea descansos y haga que la visita sea divertida contándoles historias sobre los emperadores romanos. La entrada es gratuita para los menores de 6 años y reducida para los niños de 6 a 12 años.
Sí, es posible visitar la Villa Adriana y la Villa de Este en el mismo día. Prevea unas 2h30-3h para la Villa d’Hadrien por la mañana y 1h30-2h para la Villa d’Este por la tarde. Ambos lugares distan unos 3 km y están comunicados por un autobús local. Existen entradas combinadas a precio reducido. Para aprovechar al máximo esta doble visita, salga pronto de Roma y planifique un día completo.
Varias agencias especializadas organizan regularmente visitas guiadas en francés. Puede reservarlas en línea antes de partir. Suelen durar de 2 a 3 horas y a menudo incluyen el transporte desde Roma. También se puede alquilar una audioguía en francés in situ para quienes prefieran hacer la visita a su ritmo.
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