Visita el puente de Brooklyn en Nueva York

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El Puente de Brooklyn, icono de Nueva York, fascina a los visitantes por su arquitectura neogótica y su agitada historia. Esta obra maestra de la ingeniería, que une Manhattan con Brooklyn desde 1883, ofrece una espectacular travesía con impresionantes vistas del horizonte neoyorquino. Tanto si eres un aficionado a la historia, un entusiasta de la fotografía o simplemente buscas una experiencia auténtica, una visita al Puente de Brooklyn es imprescindible durante tu estancia en la Gran Manzana.

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¿Qué ver y hacer en el Puente de Brooklyn?

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©Pixabay – Siegfried Poepperl

Cruzar el Puente de Brooklyn es mucho más que un simple paseo de un barrio a otro. Con su notable arquitectura, sus excepcionales vistas y su ambiente único, cada elemento de este monumento histórico merece su atención. He aquí los imprescindibles de su visita.

1. Admire los majestuosos arcos neogóticos

Las dos imponentes torres de piedra caliza del Puente de Brooklyn son una de sus características más reconocibles. Diseñadas en estilo neogótico por John Augustus Roebling, los arcos se elevan 84 metros sobre el East River. Su arquitectura gótica recuerda a las catedrales medievales europeas, creando un llamativo contraste con los modernos rascacielos de Manhattan. Tómese su tiempo para observar los detalles esculpidos y las aberturas puntiagudas que atestiguan la excepcional habilidad de los constructores del siglo XIX.

2. Observar el ingenio de los cables suspendidos

El sistema de cables del puente de Brooklyn fue una auténtica proeza técnica para su época. Cuatro cables de acero principales, cada uno compuesto por 5.282 alambres, sostenían toda la estructura de 1.825 metros. Fue el primer puente colgante que utilizó cables de acero en lugar de hierro forjado, una innovación revolucionaria que inspiró la construcción de muchos puentes en todo el mundo. Si miras hacia arriba, podrás ver la elegante maraña de estos cables dibujando arabescos geométricos contra el cielo neoyorquino.

3. Tome la pasarela peatonal elevada

El paseo peatonal del Puente de Brooklyn es uno de sus principales atractivos. Elevado 5,5 metros por encima del tráfico rodado, ofrece un cruce seguro y tranquilo. La pasarela de madera, de 2,4 kilómetros de longitud, permite a los visitantes disfrutar plenamente de las vistas sin verse obstaculizados por el tráfico rodado. La generosa anchura de la pasarela ofrece mucho espacio para pasear tranquilamente, incluso en periodos de mucho tráfico. No dude en hacer pausas regulares en los numerosos puntos de observación para capturar algunas fotos memorables.

4. Pedalear por el carril bici

Paralelo al paseo peatonal, el carril bici del puente de Brooklyn es una gran atracción para los ciclistas. Accesible las 24 horas del día, sólo se tarda diez minutos en cruzar el puente. Muchas tiendas ofrecen alquiler de bicicletas cerca de las entradas del puente, en los lados de Manhattan o Brooklyn. Esta opción es especialmente agradable a primera hora de la mañana o al final del día, cuando las multitudes se reducen. No obstante, tenga cuidado de respetar las señales y permanecer atento, ya que el espacio se comparte entre ciclistas y peatones, sobre todo en hora punta.

5. Descubrir las placas conmemorativas

A lo largo del paseo, varias placas conmemorativas rinden homenaje a los artífices del Puente de Brooklyn. Estos monumentos de bronce y piedra recuerdan los nombres de los ingenieros, arquitectos y trabajadores que contribuyeron a este titánico logro. En particular, encontrarás menciones a Emily Warren Roebling, cuyo papel fue decisivo para completar el proyecto después de que su marido Washington Roebling enfermara gravemente. Estas placas ofrecen una fascinante visión de la historia humana que hay detrás de este monumento, entre tragedias personales y triunfos técnicos.

6. Disfruta de las vistas panorámicas de Manhattan y la Estatua de la Libertad

La vista desde el puente de Brooklyn es una de las más espectaculares de Nueva York. En el lado de Manhattan, se divisa el impresionante horizonte dominado por el One World Trade Center, el Empire State Building y el Chrysler Building. Al girar hacia el sur, la Estatua de la Libertad asoma en la distancia, ofreciendo una perspectiva única de este símbolo estadounidense. El East River centellea bajo sus aguas, surcado por transbordadores y embarcaciones de recreo. Los amaneceres y atardeceres transforman este panorama en un espectáculo inolvidable, bañando los rascacielos con una luz dorada especialmente fotogénica.

7. Acceso al Brooklyn Bridge Park y al barrio de DUMBO

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©Pixabay – Fernando González

Una vez que haya cruzado al lado de Brooklyn, llegará al Brooklyn Bridge Park (Empire Fulton Ferry, Brooklyn, NY 11201, con una valoración de 4,7/5 en Google de más de 21.000 opiniones). Este espacio verde junto al East River ofrece césped, zonas de juegos e instalaciones deportivas, ideales para relajarse después de un paseo. A tiro de piedra está el barrio de moda DUMBO (Down Under the Manhattan Bridge Overpass), famoso por sus calles adoquinadas, galerías de arte contemporáneo, boutiques creativas y restaurantes gourmet. No te pierdas Washington Street, que ofrece una vista icónica del puente de Manhattan enmarcando el Empire State Building, una de las fotos más populares de Instagram.

Horario de apertura y acceso al puente de Brooklyn

El Puente de Brooklyn es accesible gratuitamente 24 horas al día, 7 días a la semana, durante todo el año. Esta disponibilidad permanente permite a los visitantes elegir el momento ideal para su travesía, ya sea al amanecer para evitar las multitudes, durante el día para aprovechar al máximo la luz, o al atardecer para admirar los resplandecientes colores del horizonte. No obstante, tenga en cuenta que pueden producirse cierres excepcionales por motivos de mantenimiento, durante acontecimientos especiales o en condiciones meteorológicas extremas. Se recomienda consultar la información oficial antes de su visita, especialmente en periodos festivos como Navidad, Año Nuevo y el 4 de julio.

¿Cómo se llega al puente de Brooklyn?

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©Pixabay – Siegfried Poepperl

El Puente de Brooklyn goza de una ubicación ideal, fácilmente accesible desde Manhattan o Brooklyn por diversos medios de transporte. Estas son las principales opciones para llegar a este emblemático monumento.

Desde Manhattan en metro

La estación Brooklyn Bridge-City Hall es el punto de acceso más cómodo desde Manhattan. Con servicio de las líneas 4, 5 y 6 de metro, le deja justo al lado de la entrada peatonal al puente. Desde aquí, hay unos 5 minutos a pie hasta el comienzo del paseo marítimo. Las líneas J y Z también paran en esta estación, ofreciendo conexiones adicionales desde varias partes de Nueva York.

Desde Brooklyn en metro

En el lado de Brooklyn, hay varias estaciones de metro que dan acceso al puente. La estación de High Street-Brooklyn Bridge (líneas A y C) es la opción más cercana, a unos 10 minutos a pie de la entrada del puente. También se pueden tomar las líneas 2 ó 3 hasta la estación de Clark Street, que está un poco más al norte pero ofrece un agradable paseo por Brooklyn Heights hasta el puente.

En autobús

Las líneas de autobús B25, M15 y M103 prestan servicio en los alrededores del puente de Brooklyn. La B25 le deja en Fulton Ferry Landing, en el lado de Brooklyn, mientras que las M15 y M103 recorren Manhattan y paran cerca de la entrada del puente. Esta opción es especialmente adecuada si vives en zonas a las que no llegan directamente las líneas de metro que llevan al puente.

Por ferry

El ferry de Nueva York ofrece una encantadora alternativa al puente de Brooklyn. Desde Manhattan, tome el ferry hasta el embarcadero de DUMBO. Disfrutará de un minicrucero por el East River con una vista excepcional del propio puente antes de cruzarlo a pie. Esta opción es especialmente agradable cuando hace buen tiempo y le permite evitar las aglomeraciones del metro.

En taxi o VTC

Los taxis amarillos y los servicios de VTC como Uber o Lyft pueden dejarle cerca de las entradas peatonales del puente. Solo tiene que decirle a su conductor “entrada peatonal del puente de Brooklyn”. Es una solución práctica si viajas con equipaje o desde un barrio lejano, aunque es más cara que el transporte público.

A pie

Si se aloja en el Bajo Manhattan o cerca del Ayuntamiento, caminar hasta el puente de Brooklyn es una gran opción. Desde Battery Park, son unos 20 minutos a pie. Desde el distrito financiero de Wall Street, bastan 15 minutos. Este enfoque permite apreciar poco a poco la arquitectura del puente a medida que uno se acerca a él.

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La fascinante historia del puente de Brooklyn

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La historia del Puente de Brooklyn va mucho más allá de la de una simple estructura. Encarna el sueño americano, el progreso técnico y la determinación humana frente a la adversidad. Una mirada retrospectiva a la épica historia de un monumento que se convirtió en leyenda.

Una construcción revolucionaria (1869-1883)

Cuando comenzaron las obras del puente de Brooklyn en 1869, nadie podía imaginar la magnitud del reto. El ingeniero John Augustus Roebling diseñó el que sería el primer puente colgante de cables de acero del mundo. Su audaz proyecto pretendía unir las entonces independientes ciudades de Manhattan y Brooklyn, separadas por el East River. En aquella época, Nueva York experimentaba un rápido crecimiento demográfico y económico, y la necesidad de un enlace permanente entre estos dos centros urbanos se hacía crucial. El puente debía facilitar el transporte de mercancías y personas, reduciendo la dependencia de los transbordadores que hasta entonces habían servido de enlace.

Entre la tragedia y el triunfo: la familia Roebling

La historia de la construcción del puente de Brooklyn está inextricablemente ligada al trágico destino de la familia Roebling. John Augustus Roebling, el visionario del proyecto, nunca llegó a verlo terminado. En 1869, pocas semanas después de comenzar las obras, se lesionó gravemente un pie en un accidente en la obra. Contrajo tétanos y murió tres semanas después, dejando a su hijo Washington Roebling al cargo. Washington, un brillante ingeniero, supervisó la construcción durante varios años hasta que enfermó de la enfermedad del cajón, una dolencia relacionada con las variaciones repentinas de presión durante los trabajos de cimentación bajo el agua. Paralizado y gravemente debilitado, tuvo que renunciar a la gestión cotidiana de la obra. Fue entonces cuando Emily Warren Roebling, su esposa, desempeñó un papel decisivo. Sin formación formal en ingeniería, estudió matemáticas, la resistencia de los materiales y las técnicas de construcción para actuar como intermediaria entre su marido y los equipos de la obra. Supervisó las obras y se comunicó con los ingenieros, contratistas y políticos, asegurándose de que el proyecto se llevara a cabo. El día de la inauguración, el 24 de mayo de 1883, Emily fue la primera persona en cruzar el puente en un coche de caballos, un honor simbólico que reconocía su papel esencial.

Un símbolo cultural e histórico

Nada más abrirse, el puente de Brooklyn despertó admiración. Alrededor de 150.000 personas lo cruzaron en su inauguración, testimonio del entusiasmo popular por esta maravilla de la ingeniería. El puente se convirtió rápidamente en mucho más que una simple infraestructura de transporte: simbolizaba la innovación americana, la conquista de nuevos horizontes y la capacidad del hombre para superar los límites de lo posible. En 1964 fue designado Monumento Histórico Nacional, reconociendo oficialmente su importancia en la historia de Estados Unidos. En la actualidad, sigue siendo uno de los puentes colgantes en servicio más antiguos del país, y continúa siendo fuente de inspiración para arquitectos, ingenieros y artistas de todo el mundo.

Anécdotas históricas sobre el puente de Brooklyn

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©Pixabay – Uwe Conrad

Además de los grandes acontecimientos históricos, el Puente de Brooklyn es fuente de muchas anécdotas fascinantes que enriquecen su leyenda. Estas historias, a veces sorprendentes, a veces conmovedoras, dan testimonio del profundo impacto de este monumento en la vida neoyorquina.

Un nombre oficial adoptado a finales

Durante las primeras décadas de su existencia, el puente no se conoció oficialmente como Puente de Brooklyn. Se le solía llamar “Puente de Nueva York y Brooklyn” o simplemente “Puente del East River”. Hasta 1915, 32 años después de su inauguración, no se adoptó oficialmente el nombre de “Puente de Brooklyn”. Este retraso ilustra la evolución gradual de la identidad de este monumento, que tardó mucho tiempo en encontrar el nombre por el que hoy es mundialmente conocido.

La enfermedad de Caisson, una plaga poco conocida

La construcción de los cimientos del puente de Brooklyn requirió el uso de cámaras presurizadas hundidas en el lecho del East River. Los obreros trabajaban en estas cámaras presurizadas durante largas horas, expuestos a condiciones extremas. Cuando salían a la superficie demasiado deprisa, sufrían lo que entonces se conocía como “enfermedad del cajón”, hoy conocida como enfermedad de descompresión. Los síntomas incluían intensos dolores articulares, parálisis temporal o permanente y, en los casos más graves, la muerte. En aquella época, los conocimientos médicos sobre este fenómeno eran limitados, y muchos trabajadores pagaron un alto precio, incluido el propio Washington Roebling. Se calcula que al menos 20 trabajadores perdieron la vida durante la construcción, aunque las cifras exactas siguen siendo inciertas.

Emily Warren Roebling, una mujer al timón

El papel de Emily Warren Roebling en la finalización del puente de Brooklyn es una de las historias de ingeniería más notables del siglo XIX. Cuando su marido Washington enfermó de la enfermedad del cajón y no pudo visitar la obra todos los días, Emily tomó las riendas del proyecto. Estudió los principios de la ingeniería de puentes, la resistencia de los materiales y los cálculos estructurales. Todos los días visitaba la obra, transmitía las instrucciones de su marido a los capataces, supervisaba el avance de los trabajos y gestionaba las relaciones con las autoridades municipales. Su dedicación y habilidad eran tales que algunos ingenieros de la época la consideraban la verdadera arquitecta jefe del puente. Su contribución fue tan esencial que se la honró siendo la primera en cruzar el puente en su inauguración, sosteniendo un gallo enjaulado como símbolo de victoria. Sin embargo, durante mucho tiempo la historia oficial restó importancia a su papel, y sólo en las últimas décadas se ha reconocido plenamente su contribución.

Cables bajo estrecha vigilancia

Durante la construcción, estalló un escándalo cuando se descubrió que un proveedor sin escrúpulos había entregado cables de acero de calidad inferior a la especificada en los contratos. Estos cables defectuosos suponían un grave riesgo para la resistencia de toda la estructura. En lugar de desmantelar lo que ya se había construido, los ingenieros decidieron reforzar el puente añadiendo otras 150 toneladas de cables, muy por encima de lo inicialmente necesario. Esta precaución, tomada en la emergencia que siguió al fraude, contribuyó paradójicamente a hacer del puente de Brooklyn uno de los puentes más seguros y fuertes jamás construidos. Aún hoy, su estructura sigue estando enormemente sobredimensionada en relación con las cargas que soporta.

La leyenda de George C. Parker, el estafador del puente

George C. Parker pasó a la historia como uno de los estafadores más audaces de Nueva York. Entre 1900 y 1928, este astuto hombre “vendió” el puente de Brooklyn a muchos inmigrantes recién llegados, desconocedores de la legislación estadounidense y fáciles de engañar. Parker presentaba documentos oficiales falsos, decía ser el legítimo propietario del puente y ofrecía comprarlo para instalar peajes y ganar dinero. Algunos compradores crédulos llegaron a instalar peajes antes de que interviniera la policía. Parker fue detenido varias veces, pero reincidió una y otra vez, cambiando de identidad y de métodos. Su historia dio origen a la expresión estadounidense “Si te lo crees, tengo un puente que venderte”, utilizada para burlarse de la ingenuidad de alguien. Acabó sus días en la cárcel, pero su leyenda perdura como el estafador neoyorquino por excelencia.

Un récord histórico en su inauguración

Cuando se terminó en 1883, el puente de Brooklyn ostentaba el título del mayor puente colgante del mundo, con una luz principal de 486 metros. Mantuvo este récord durante 20 años, hasta que se construyó el puente de Williamsburg en 1903. Además de su impresionante tamaño, el puente supuso un considerable avance tecnológico: fue el primer puente colgante que utilizó cables de acero en lugar de hierro forjado. Esta innovación allanó el camino para la construcción de puentes cada vez más largos y atrevidos en todo el mundo. El uso del acero permitió construir estructuras más ligeras y resistentes, revolucionando la ingeniería de puentes durante décadas.

Consejos prácticos para visitar el puente de Brooklyn

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©Pixabay – Siegfried Poepperl

Para disfrutar al máximo de su travesía por el Puente de Brooklyn, no están de más algunas recomendaciones. Estos son nuestros principales consejos para una experiencia satisfactoria.

1. No se necesita billete

La visita al Puente de Brooklyn es gratuita, sin reservas ni entradas. Esta accesibilidad total lo convierte en una de las atracciones más democráticas de Nueva York, permitiendo a visitantes de todos los presupuestos disfrutar de esta experiencia icónica.

2. Tiempo medio de paso

Cruce el puente a pie entre 30 y 45 minutos, dependiendo de su ritmo y del número de paradas que haga para hacer fotos o admirar el paisaje. Si camina sin detenerse, la travesía puede completarse en 20 ó 25 minutos. En bicicleta, unos 10 minutos. Esta estimación puede variar considerablemente en función de la afluencia: durante los fines de semana de verano y los periodos vacacionales, las aglomeraciones pueden ralentizar considerablemente su avance.

3. Mejores horarios de visita

Para evitar las aglomeraciones, intente llegar por la mañana temprano, antes de las 8, o visitarlo por la tarde, después de las 20. Estas horas ofrecen un ambiente más tranquilo y permiten disfrutar del puente sin las molestias de las multitudes. Estas horas ofrecen un ambiente más tranquilo y permiten disfrutar del puente sin ser molestado por las multitudes. El amanecer sobre Manhattan es un espectáculo especialmente mágico, con una luz suave y colores pastel. La puesta de sol, entre las 17.00 y las 19.00 horas según la estación, atrae a más gente pero ofrece unas vistas espectaculares a medida que se van encendiendo las luces de la ciudad. Los días laborables suelen estar menos concurridos que los fines de semana.

4. Respetar el tráfico compartido

El Paseo del Puente de Brooklyn está dividido en dos partes: un paseo peatonal y un carril bici. Asegúrese de permanecer en la senda peatonal designada y no invada la zona reservada a las bicicletas, sobre todo cuando se detenga a hacer fotos. Los ciclistas pueden desplazarse con bastante rapidez y el respeto mutuo del espacio de cada uno garantiza la seguridad de todos. Si alquila una bicicleta, tenga en cuenta que en los periodos de mayor afluencia puede ser más rápido y agradable empujarla a pie que intentar sortear a los turistas.

5. Dirección de cruce recomendada

Aunque se puede cruzar el puente en cualquier dirección, muchos visitantes recomiendan empezar por el lado de Manhattan y dirigirse hacia Brooklyn. Esta dirección ofrece una espectacular vista frontal de Manhattan, que se va cerrando poco a poco, creando un efecto visual impactante. Además, acabará directamente en el barrio de DUMBO y en el Brooklyn Bridge Park, dos lugares perfectos para relajarse tras la travesía. A continuación, puede regresar a Manhattan en metro o en ferry, lo que le ofrece una gran variedad.

6. Se recomienda ropa adecuada

Necesitará calzado cómodo y adecuado para caminar, ya que la travesía es de casi 2,5 kilómetros. La superficie de madera puede volverse resbaladiza con tiempo húmedo, así que es mejor optar por suelas antideslizantes. El tiempo en Nueva York varía considerablemente según la estación: en invierno, abrígate bien porque el viento en el puente puede ser muy frío; en verano, lleva ropa ligera, sombrero y crema solar porque estás totalmente expuesto al sol. Las temperaturas en el puente suelen ser más bajas que a pie de calle debido al viento del East River. No olvide llevar una botella de agua, sobre todo en los días calurosos, ya que no hay puntos de avituallamiento en el propio puente.

7. Equipo de cámara recomendado

El puente de Brooklyn ofrece oportunidades fotográficas excepcionales. Un smartphone es todo lo que necesitas para capturar bellos recuerdos, pero los entusiastas de la fotografía apreciarán llevar consigo una cámara con un objetivo gran angular para captar la escala de los arcos y los cables. Un teleobjetivo también puede ser útil para acercarse a los detalles arquitectónicos o aislar los rascacielos de Manhattan. Si piensa fotografiar el amanecer o el atardecer, un trípode ligero le permitirá obtener tomas nítidas con tiempos de exposición más largos. No olvide respetar a los demás visitantes cuando instale su equipo: prefiera los nichos laterales para no entorpecer el tráfico.

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¿Dónde alojarse cerca del puente de Brooklyn?

Para aprovechar al máximo su visita al puente de Brooklyn, elegir un alojamiento cercano tiene muchas ventajas. El barrio de DUMBO (Down Under the Manhattan Bridge Overpass) es la opción ideal si quiere estar lo más cerca posible del puente en el lado de Brooklyn. Este barrio de moda combina el encanto industrial y la modernidad, con hoteles boutique, lofts reconvertidos y pisos que a menudo ofrecen impresionantes vistas del puente y del horizonte de Manhattan. Se puede llegar a la entrada peatonal del puente en sólo 5 ó 10 minutos a pie. Brooklyn Heights, justo al norte, ofrece una elegante alternativa con sus bellos paseos y su tranquilo ambiente residencial. Está a unos 15 minutos a pie del puente. En el lado de Manhattan, el Distrito Financiero, cerca de Wall Street y el Ayuntamiento, ofrece una amplia gama de opciones de alojamiento, desde hostales económicos a hoteles de lujo. El acceso al puente está a sólo unos minutos a pie. Estos barrios no sólo facilitan la visita al puente de Brooklyn a distintas horas del día, sino también la exploración de otras atracciones importantes de Nueva York a pie o en transporte público. Para un asesoramiento personalizado sobre el mejor alojamiento, consulta nuestra selección de los mejores hoteles de Nueva York.

En conclusión, una visita al Puente de Brooklyn es mucho más que un simple cruce de un distrito a otro. Es una inmersión en la historia de Estados Unidos, una lección de arquitectura e ingeniería y, sobre todo, una experiencia visual y emocional inolvidable. Tanto si eres un aficionado a la historia, un entusiasta de la fotografía o simplemente buscas una actividad gratuita y accesible en Nueva York, este emblemático monumento te conquistará. Mientras caminas por su pasarela peatonal elevada, seguirás literalmente los pasos de millones de neoyorquinos y visitantes que, desde 1883, han hecho de este puente un símbolo intemporal de la Gran Manzana. No olvides utilizar la audioguía Navaway para mejorar tu descubrimiento de Nueva York con cautivadores comentarios y navegación interactiva que te guiarán por los lugares más bellos de la ciudad.

Preguntas más frecuentes

¿Se puede acceder gratuitamente al puente de Brooklyn?

Sí, cruzar el puente de Brooklyn es completamente gratis, 24 horas al día, 7 días a la semana, ya sea a pie o en bicicleta. No es necesario reservar.

¿Cuánto se tarda en cruzar el puente a pie?

La travesía dura una media de 30 a 45 minutos, dependiendo de su ritmo y del número de paradas fotográficas. Calcule entre 20 y 25 minutos si camina sin detenerse.

¿Cuál es el mejor momento para visitar el puente de Brooklyn?

Para evitar las multitudes, opte por madrugar (antes de las 8 de la mañana) o anochecer (después de las 8 de la tarde). El amanecer y el atardecer ofrecen las panorámicas más bellas, pero atraen a más visitantes.

¿Es posible alquilar bicicletas cerca del puente de Brooklyn?

Sí, varias tiendas ofrecen alquiler de bicicletas cerca de los lados de Manhattan y Brooklyn del puente. También puedes utilizar las estaciones de Citi Bike para alquileres de corta duración.

¿El puente es accesible para personas con movilidad reducida?

La pasarela peatonal del puente de Brooklyn tiene una ligera pendiente, pero sigue siendo accesible para los usuarios de sillas de ruedas. Los accesos desde Manhattan y Brooklyn están diseñados para facilitar la entrada al puente.

¿Hay aseos en el puente?

No, no hay aseos en el propio puente. Planea parar antes de empezar a cruzar. Hay aseos públicos en el Brooklyn Bridge Park, en el lado de Brooklyn.

¿Se puede visitar el puente en invierno?

Sí, el puente es accesible todo el año. En invierno, abríguese bien porque el viento puede ser gélido. Los paisajes nevados ofrecen vistas espectaculares, pero tenga cuidado porque la superficie puede volverse resbaladiza.

¿Hay que cruzar de Manhattan a Brooklyn o viceversa?

Aunque ambas direcciones son posibles, se recomienda comenzar en el lado de Manhattan hacia Brooklyn para disfrutar de una espectacular vista frontal del horizonte de Manhattan a medida que se va acercando.

¿Está iluminado el puente por la noche?

Sí, el puente de Brooklyn está bellamente iluminado por la noche, creando una atmósfera mágica. Los cables y arcos están resaltados por un sistema de iluminación LED que hace que la travesía nocturna sea especialmente romántica.

¿Qué hacer después de cruzar el puente por el lado de Brooklyn?

Una vez en el lado de Brooklyn, explore el Brooklyn Bridge Park para relajarse y, a continuación, descubra el moderno barrio de DUMBO, con sus galerías de arte, boutiques y restaurantes. No te pierdas el emblemático mirador de Washington Street para hacerte una foto memorable.

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