La Plaza Terre-au-Duc
Ce point d’intérêt est disponible en audio dans le circuit: Visita Quimper, La majestuosa capital de Cornualles
Bretona, cálida, ancestral y auténtica, Quimper no es de esas ciudades pretenciosas. ¡Al contrario!
De tamaño modesto y con un ambiente de otros tiempos, la prefectura del Finisterre se muestra tal como es, con orgullo y transparencia, sobre todo cuando se trata de destacar su historia. Basta con fijarse en el nombre de sus calles y plazas para intuir su pasado. Rue des Boucheries, Place au Beurre… pequeñas pistas que nos hablan de la Quimper de antes. Y eso continúa justo aquí, en la encantadora Place Terre-au-Duc.
En la Edad Media, Quimper, que era un centro tanto religioso como político, estaba dividida entre los poderes del obispo y los del duque. Esta rivalidad se reflejaba incluso en el territorio. El feudo del obispo, llamado “tierra de la Iglesia”, correspondía al Quimper intramuros y al norte de las murallas. Mientras que el dominio del duque, conocido como “tierra del duque”, se extendía más allá del Steïr, tras el puente de la antigua puerta Médard.
Nuestra coqueta plaza Terre-au-Duc reunía por entonces los símbolos del poder ducal: auditorios, cárcel, postes para los condenados, hornos y molinos señoriales. También era la entrada principal de mercancías a la ciudad. Las callejuelas que la rodean aún hoy son testigos de ello: ruelle du Poivre, ruelle du Pain Cuit… nombres que lo dicen todo. Hoy, de todo aquello queda poco, salvo el recuerdo de una ciudad marcada por el pulso entre dos poderes, de la que el pueblo quimperense logró poco a poco liberarse, gracias al auge de su comunidad burguesa.
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