Calle Saint-Pierre

Esta pequeña calle que bordea las alturas de Hyères conecta dos de los parques más emblemáticos de la ciudad: el parque Sainte-Claire, un remanso de paz a un paso del casco histórico, y el parque Saint-Bernard, situado justo al pie de la Villa Noailles.

La calle Saint-Pierre serpentea al pie del castillo, que se alza a tu izquierda en lo alto de la colina, dominando la ciudad y su costa. Desde aquí, se abren unas vistas preciosas sobre la Rada y las islas que la rodean, conocidas como las islas de Oro. Su nombre viene de una antigua leyenda que te voy a contar.

Se dice que un noble llamado Olblianus tenía cuatro hijas de una belleza excepcional, a quienes les encantaba nadar en el Mediterráneo, frente a las playas de Hyères. Eran tan buenas nadadoras que un día se aventuraron mar adentro, pero entonces apareció un barco pirata que rápidamente se lanzó tras ellas. Mientras su padre les rogaba que regresaran a la orilla, ellas nadaban con todas sus fuerzas, pero los piratas cada vez estaban más cerca.

Desesperado, el padre alzó los ojos al cielo y suplicó que sus hijas no cayeran en manos enemigas. El cielo respondió enviando una intensa luz sobre el mar y las jóvenes, que comenzaron a transformarse en piedra. Al ver esto, los piratas se dieron la vuelta y desaparecieron. Las tres hermanas mayores, más alejadas, se convirtieron en las tres islas alineadas: Porquerolles, Port-Cros y el Levant. La menor, que había logrado acercarse a tierra firme, formó la península de Giens.

Fue este rayo luminoso y divino que las salvó el que dio a las islas su apodo poético: las islas de Oro. Mito o realidad, esta leyenda añade un toque mágico a la belleza natural del lugar y nos invita a imaginar, al mirar el horizonte, las siluetas de estas jóvenes transformadas en roca.

Y ahora, puedes seguir subiendo por esta calle que te llevará directamente hasta el castillo.