La Llama Olímpica

Esta extraña escultura, que evoca a niños soplando sobre molinos de viento, no es otra que la llama olímpica de Río 2016. Tras la ceremonia de inauguración en el estadio de Maracaná, la llama fue transportada a esta plaza. Su foco, que gira con el viento, fue creado por el artista norteamericano Anthony Howe, conocido por sus obras cinéticas, es decir, trabajos en los que parte de la llama está en movimiento, ya sea gracias al viento, al sol o incluso a un espectador. La obra de Anthony Howe se basa en el viento, y sus estatuas cobran vida según el estado de ánimo de este elemento. La obra ha sido apodada la llama del pueblo, porque fue la primera que se colocó fuera de un estadio para estar lo más cerca posible del público. Aprovecho la ocasión para recordarte los orígenes de la llama olímpica, que se remontan a la Antigüedad. En aquel tiempo, el fuego era considerado sagrado por los griegos, que tenían una leyenda según la cual el fuego había sido entregado a los mortales por Prometeo, que lo había robado a Zeus. En muchos templos, e incluso hoy en día, podemos ver numerosos lugares donde una llama arde continuamente. En definitiva, durante los antiguos Juegos Olímpicos de Olimpia, se mantenía una hoguera encendida durante la duración de las competiciones. Esta tradición se reintrodujo por primera vez en los Juegos Olímpicos de Verano de 1928. En 1936, por primera vez, un relevo de atletas llevó una antorcha con la llama desde las ruinas del Templo de Hera en Olimpia hasta el Estadio Olímpico de Berlín.