Los pueblos más bonitos para descubrir en los alrededores de Saint-Malo
Saint-Malo, con su rica historia y sus imponentes murallas, es uno de los destinos imprescindibles de Bretaña, pero sus alrededores no son una excepción. A dos pasos de la ciudad corsaria, le esperan pueblos encantadores y pintorescos. Acompáñenos en un recorrido por los diez pueblos más bonitos para descubrir en los alrededores de Saint-Malo.
1. Saint-Suliac: una fortaleza con encanto
Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, Saint-Suliac es una auténtica joya. Este pueblo fortificado, situado a orillas del río Rance, ofrece un pintoresco espectáculo de casas de pescadores con fachadas adornadas con flores y calles serpenteantes. El pueblo ha conservado su carácter auténtico, con su iglesia del siglo XIII, su dolmen de Roche-aux-Fées y su antiguo molino de mareas.
Además, Saint-Suliac goza de impresionantes vistas sobre el río Rance desde su Mont Garrot, ideal para pasear en plena naturaleza. Tanto si le gustan las piedras antiguas como los paisajes bucólicos o los paseos marítimos, Saint-Suliac le encantará.
2. Léhon: seducción e historia a la carta
Situada en el corazón del valle del Rance, Léhon es una pequeña ciudad llena de carácter que ha conservado su encanto de antaño. Con su abadía de Saint-Magloire, su puente medieval y sus casas con entramado de madera, el pueblo es un auténtico viaje en el tiempo. Los amantes de la naturaleza también apreciarán los paseos por el canal de Ille-et-Rance.
Lehon también es famoso por su castillo fortificado, situado en un espolón rocoso que domina el valle. Este lugar histórico, declarado Monumento Histórico, ofrece una vista panorámica de la ciudad y sus alrededores. Visitar Lehon es sumergirse en la historia medieval de Bretaña.
3. Pleudihen-sur-Rance: una escapada bucólica
Pleudihen-sur-Rance es otro pueblo encantador a orillas del río Rance. Es conocido por sus manzanos de sidra y sus tradicionales casas de piedra. El pueblo es también el punto de partida de numerosos paseos que siguen el curso del Rance a través de un variado paisaje de bosques, prados y pantanos.
No deje de visitar el Moulin du Prat, un antiguo molino de agua convertido en museo. Aquí podrá descubrir la historia de la molienda y la fabricación de sidra en Bretaña. Pleudihen-sur-Rance es un remanso de paz para los amantes de la naturaleza y del patrimonio.
4. Combourg: la huella romántica de Chateaubriand
Combourg está indisolublemente ligada al escritor romántico François-René de Chateaubriand, que pasó aquí parte de su juventud. Su imponente y misterioso castillo domina el pueblo y el lago Tranquille. La Maison de Chateaubriand, la Promenade des Douves y la iglesia de Saint-Gilduin merecen una visita.
El pueblo es también el punto de partida de numerosos paseos por la campiña bretona y alrededor del lago. Combourg invita a soñar despierto y a descubrir el alma romántica de Bretaña.
5. Dinard: la elegancia de una estación balnearia de la Belle Époque
Dinard, con sus villas de la Belle Époque, sus playas de arena fina y su casino, es una visita obligada en la Costa Esmeralda. El paseo marítimo Clair de Lune, los exóticos jardines del parque de Port-Breton y el mercado de Halles son algunos de los lugares por descubrir.
La estación balnearia también es famosa por su festival de cine británico y sus exposiciones de arte contemporáneo. Dinard es una deliciosa mezcla de elegancia, cultura y ocio, a tiro de piedra de Saint-Malo.
6. Saint-Briac-sur-Mer: el encanto de un pueblo de pescadores
Saint-Briac-sur-Mer es un pueblo de pescadores que ha sabido conservar su encanto de antaño. Con sus casitas blancas, sus callejuelas estrechas y sus playas de arena fina, el pueblo es un remanso de paz. El puerto deportivo, el sendero de la aduana y el campo de golf merecen una visita.
Saint-Briac-sur-Mer es también la meca de la vela y el surf. El pueblo ofrece unas vistas impresionantes de la bahía de Saint-Malo y del cabo Fréhel. Una visita a Saint-Briac-sur-Mer es una inmersión en el arte de vivir bretón.
7. Dol-de-Bretagne: un viaje al corazón de la Edad Media
Dol-de-Bretagne es una ciudad medieval que ha sabido conservar su patrimonio histórico. Con su catedral de Saint-Samson, sus casas con entramado de madera y su rue des Tanneurs, el pueblo es un auténtico viaje en el tiempo. No deje de visitar el Menhir du Champ-Dolent, el más grande de Bretaña.
Dol-de-Bretagne es también el punto de partida de numerosos paseos por la campiña bretona y a lo largo de la bahía del Monte Saint-Michel. Dol-de-Bretagne es una invitación a descubrir la historia de Bretaña.
8. Cancale: un auténtico puerto pesquero
Cancale es un pueblo de pescadores famoso por sus ostras y el Port de la Houle. El mercado de ostras, el recorrido de los aduaneros y el Museo de Artes y Tradiciones Populares merecen una visita. Además, Cancale ofrece unas vistas impresionantes de la bahía del Monte Saint-Michel.
Cancale es también el punto de partida de numerosos paseos por la campiña bretona y por la Costa Esmeralda. Una visita a Cancale es una inmersión en la cultura marítima de Bretaña.
9. Jugon-les-Lacs: tranquilidad en plena naturaleza
Jugon-les-Lacs es un pueblo situado en plena naturaleza virgen. Con sus dos lagos, ríos y bosques, el pueblo es un remanso de paz para los amantes de la naturaleza. El pueblo también es famoso por sus casas con entramado de madera y la iglesia de Saint-Jacques-le-Majeur.
Jugon-les-Lacs es también el punto de partida de numerosos paseos por la campiña bretona. Ya sea aficionado a la pesca, a la vela o a los paseos por la naturaleza, Jugon-les-Lacs le encantará.
10. Saint-Samson-sur-Rance: una escapada sorprendente
Saint-Samson-sur-Rance es un pequeño pueblo a orillas del río Rance. Es conocido sobre todo por su esclusa, la mayor de Bretaña, y su puerto deportivo. El pueblo es también el punto de partida de numerosos paseos que siguen el curso del Rance a través de un paisaje variado de bosques, prados y marismas.
Además, desde su mirador, Saint-Samson-sur-Rance ofrece una vista impresionante del Rance. Saint-Samson-sur-Rance le encantará, tanto si le gusta la piedra antigua como los paisajes bucólicos o los paseos marítimos.
En resumen, a las puertas de Saint-Malo, le esperan numerosos pueblos pintorescos llenos de encanto. Cada uno tiene una historia que contar, lugares únicos que descubrir y un ambiente especial que ofrecer. No dude en explorarlos y empaparse de su ambiente. Ahí reside el verdadero tesoro de Bretaña.
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