Los pueblos más bonitos de Córcega alrededor de Bastia

El norte de Córcega está repleto de pueblos pintorescos que parecen desafiar al tiempo. Enclavadas entre mares turquesas y verdes montañas, estas auténticas joyas ofrecen un encanto incomparable a los viajeros en busca de autenticidad. Bastia, puerta de entrada a la Île de Beauté, es el punto de partida ideal para descubrir las maravillas arquitectónicas y culturales que han dado fama a la región.

1. Erbalunga, el pueblo pesquero por excelencia

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Antes de salir a descubrir los pueblos de los alrededores, déjese guiar por Bastia en la audioguía Navaway. En sólo hora y media, este paseo de 3,5 km le descubrirá los 23 lugares de interés de la perla de la Isla de la Belleza, desde la ciudadela hasta el Puerto Viejo, pasando por la plaza Saint-Nicolas y la catedral Sainte-Marie.

A sólo 10 kilómetros al norte de Bastia, Erbalunga se alza como una postal viviente en la costa oriental de Cap Corse. Este auténtico pueblo de pescadores, catalogado como uno de los más bellos de Francia, posee un carácter bien conservado y una arquitectura típicamente genovesa.

Las casas, con sus fachadas de colores pastel, se reflejan en las tranquilas aguas del pequeño puerto, creando un cuadro de sorprendente belleza. La torre genovesa, construida en 1488 y reconstruida tras la destrucción de 1553, sigue vigilando este remanso de paz. Sus ruinas, declaradas Monumento Histórico, son un precioso testimonio de la turbulenta historia de Córcega.

El pueblo ha atraído durante mucho tiempo a artistas, ganándose el apodo de “nido de artistas” en la década de 1930. Este ambiente bohemio perdura hoy en día, con galerías de arte y talleres de artesanía que salpican sus estrechas calles.

2. Nonza, el pueblo suspendido de los acantilados

Encaramado en un vertiginoso acantilado de 160 metros, Nonza ofrece uno de los panoramas más espectaculares de Córcega. Este pueblo medieval, probablemente uno de los más antiguos de la isla, fascina a los visitantes por su excepcional ubicación y su notable patrimonio arquitectónico.

La torre Paoline, construida en 1760 por orden de Pascal Paoli, domina majestuosamente el pueblo y el mar. A diferencia de las demás torres genovesas, esta fortificación cuadrada es testigo del periodo de independencia corsa. En un día despejado, desde la cima se divisa hasta el archipiélago toscano.

Abajo, la playa de guijarros negros contrasta sorprendentemente con las aguas turquesas del Mediterráneo. Este color tan particular procede de antiguas minas de amianto, lo que crea un paisaje único. Las calles empedradas del pueblo serpentean entre las casas de esquisto y conducen a la iglesia barroca de Sainte-Julie, dedicada a la patrona de Córcega.

3. Centuri, reino de la langosta

Centuri, en la costa oeste de Cap Corse, es un pueblecito encantador con una autenticidad bien conservada y una industria pesquera tradicional. Este pequeño puerto natural, reconocido como el primer puerto de pesca de langosta de Francia, perpetúa un saber hacer ancestral.

Las casas de pescadores de vivos colores enmarcan armoniosamente el puerto, creando un entorno idílico para saborear las especialidades locales. Los restaurantes del pueblo sirven langosta recién pescada en un ambiente acogedor con vistas al mar.

La historia de Centuri se remonta al siglo XVII, cuando era el segundo puerto pesquero de Córcega después de Erbalunga. En 1757, Pascal Paoli llegó a convertirlo en el puerto militar de la nación corsa independiente, lo que da fe de su importancia estratégica.

Las rutas de senderismo permiten explorar los alrededores salvajes, entre fragantes matorrales y calas secretas, que ofrecen vistas excepcionales de la escarpada costa de Cap Corse.

4. Patrimonio, tierra de viticultores

Enclavado en un excepcional anfiteatro natural, Patrimonio es una armoniosa mezcla de patrimonio arquitectónico y tradición vitivinícola. Este pueblo situado en lo alto de una colina domina el golfo de Saint-Florent y ofrece impresionantes vistas panorámicas del mar y las montañas circundantes.

El pueblo es famoso por su denominación Patrimonio, la primera AOC de Córcega, concedida en 1968. Los viñedos se extienden por las laderas de piedra caliza, produciendo vinos con carácter en un entorno encantador. La ruta del vino le llevará a una treintena de fincas, cada una de las cuales le revelará los secretos de este terruño único.

La iglesia de San Martín, construida en el siglo XII, es testigo del rico pasado histórico del pueblo. Su arquitectura románica pisana y sus frescos medievales son una parte excepcional del patrimonio del pueblo. Las calles empedradas serpentean entre casas tradicionales, que conducen a espectaculares vistas de la Conca d’Oro.

El pueblo ha ocupado una posición estratégica desde la época romana, como demuestran los restos arqueológicos descubiertos en los alrededores. La estatua-menhir hallada cerca del pueblo atestigua una ocupación humana muy antigua, que se remonta al Neolítico.

5. Pino, el balcón con vistas al mar

Dominando la costa occidental de Cap Corse, Pino se asienta en terrazas sobre las escarpadas laderas de las montañas. Este pueblo encaramado ofrece unas vistas panorámicas excepcionales del mar y las islas del archipiélago toscano, especialmente llamativas al atardecer.

La arquitectura tradicional corsa florece en las callejuelas, donde las casas de esquisto verde se adornan con contraventanas de colores. La iglesia barroca de San Quilico, con su esbelto campanario, es un hito visible desde lejos y un testimonio del arte religioso corso.

El convento franciscano de Sainte-Lucie, situado en el puerto del mismo nombre, ofrece una parada espiritual en un entorno natural intacto. Esta capilla del siglo XVI, situada a 400 metros de altitud, marca el límite entre las vertientes oriental y occidental de Cap Corse.

Las rutas de senderismo permiten explorar los agrestes alrededores, entre fragantes matorrales y castañares centenarios. El sendero aduanero ofrece espectaculares vistas de la escarpada costa y de las torres genovesas que salpican el litoral.

6. Santa Maria di Lota, el pueblo en el balcón

Con vistas a la bahía de Miomo, Santa Maria di Lota es uno de los famosos “pueblos balcón” que caracterizan los alrededores de Bastia. Este encantador pueblo residencial, enclavado en las colinas a pocos kilómetros de la ciudad, ofrece un entorno de vida privilegiado entre el mar y la montaña.

La iglesia de Santa María Assunta, dedicada a la Virgen María, es el corazón espiritual del pueblo. Su arquitectura barroca y sus obras de arte sacro atestiguan el fervor religioso de la población local. La iglesia de Santa Antonio completa este notable patrimonio religioso.

Las villas del siglo XIX, testimonio de la prosperidad del pasado, se asientan armoniosamente en las verdes laderas. Sus jardines en terrazas, adornados con palmeras y olivos, crean un paisaje mediterráneo de gran belleza.

Su proximidad a Bastia permite disfrutar de las ventajas de la vida urbana sin renunciar a la tranquilidad de un auténtico pueblo. Las vistas panorámicas sobre el mar y las montañas de Cap Corse son un espectáculo cotidiano para lugareños y visitantes.

7. Los pueblos de la Conca d’Oro

La región de la Conca d’Oro, la “concha de oro” que rodea el golfo de Saint-Florent, alberga varios pueblos pintorescos que bien merecen una visita. Oletta, encaramada en su colina, ofrece unas vistas espectaculares del golfo y es un punto de partida ideal para explorar la región.

Estos pueblos típicos han conservado la arquitectura tradicional corsa, con sus casas de pizarra con tejados de lauze y sus calles empedradas. Las iglesias barrocas, ricamente decoradas, son testimonio del arte religioso local y de la devoción de sus gentes.

Los artesanos locales perpetúan las tradiciones ancestrales, con talleres de alfareros, herreros y talladores de madera. Los mercados semanales ofrecen la oportunidad de descubrir los productos locales: quesos corsos, embutidos, miel de los maquis y aceite de oliva.

La gastronomía local revela toda la riqueza del terruño corso, con especialidades como el brocciu, los canistrelli y los vinos Patrimonio. Los restaurantes familiares perpetúan las recetas tradicionales en un ambiente típicamente corso.

Un patrimonio arquitectónico excepcional

Los pueblos corsos de los alrededores de Bastia se caracterizan por su arquitectura única, mezcla de influencias genovesas, pisanas y locales. Las casas tradicionales, construidas en esquisto local, se adaptan armoniosamente al terreno montañoso y al clima mediterráneo.

Las torres genovesas, auténticos centinelas de piedra, salpican el litoral y dan testimonio de la organización defensiva establecida por la República de Génova. Estos edificios, a menudo en ruinas hoy en día, son hitos en el paisaje y ofrecen vistas panorámicas excepcionales.

El arte religioso corso floreció en las iglesias barrocas, ricamente decoradas con frescos, retablos dorados y estatuas policromadas. Estos edificios, a menudo desproporcionados en relación con el tamaño de los pueblos, son testimonio del fervor religioso de la población.

Fuentes, lavaderos y hornos de pan comunales revelan la organización social tradicional de estas comunidades rurales. Estos elementos patrimoniales, muchos de los cuales han sido restaurados, ofrecen una visión de la vida cotidiana de antaño.

Un entorno natural preservado y generoso

El excepcional marco natural de estos pueblos es uno de sus principales atractivos. Entre el mar y la montaña, la belleza natural de Córcega se despliega en una encantadora paleta de colores y aromas.

El maquis, formación vegetal emblemática de Córcega, perfuma los alrededores con sus esencias aromáticas: mirto, madroño, lentisco e siempreviva. Esta vegetación densa y perfumada sirve de telón de fondo natural a los pueblos y alberga una fauna diversa.

Los castañares, antaño fuente de prosperidad para los lugareños, ofrecen ahora paseos sombreados y paisajes bucólicos. Las rutas de senderismo permiten explorar estos bosques ancestrales y descubrir miradores espectaculares.

La escarpada costa alterna imponentes acantilados e íntimas calas que ofrecen panoramas impresionantes. Las playas de guijarros o arena fina invitan a relajarse y a practicar deportes náuticos en un entorno virgen.

En conclusión, los pueblos corsos que rodean Bastia constituyen un patrimonio de excepcional riqueza, testimonio de la agitada historia de la isla y del arte de vivir mediterráneo. Cada pueblo revela su personalidad única, mezcla de tradición y modernidad, en un marco natural de una belleza sorprendente. Para profundizar en esta fascinante región, le proponemos laaudioguía de Bastia, que le desvelará todos los secretos de esta perla de la Isla de la Belleza.

¿Cuál es el pueblo más bonito cerca de Bastia?

Erbalunga suele considerarse el pueblo más bonito de los alrededores de Bastia. Este auténtico pueblo de pescadores, con su torre genovesa y sus casas de colores reflejadas en el puerto, ofrece un marco excepcional a sólo 10 kilómetros de la ciudad.

¿Cómo llegar a los pueblos de los alrededores de Bastia?

El coche sigue siendo el medio más práctico para visitar los pueblos corsos de los alrededores de Bastia. Erbalunga, Nonza, Centuri y Pino son fácilmente accesibles desde las carreteras de Cap Corse. Para los pueblos de los balcones, como Santa Maria di Lota, hay que conducir unos 20 minutos desde Bastia.

¿Cuál es la mejor época del año para visitar estos pueblos?

La primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre) ofrecen las mejores condiciones para descubrir estos pueblos. Las temperaturas son agradables, la luz excepcional y el número de turistas más moderado, lo que permite aprovechar al máximo la autenticidad de la zona.

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