Los 14 pueblos más bonitos de Sicilia por descubrir

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Enclavada en el corazón del Mediterráneo, Sicilia es mucho más que sus emblemáticas ciudades. La isla esconde pueblos de impresionante belleza en sus colinas y a lo largo de sus costas, testigos de mil años de historia y de un modo de vida único. Desde ciudades barrocas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO hasta pueblos medievales en lo alto de las colinas y encantadores puertos pesqueros, los pueblos más bonitos de Sicilia rivalizan en encanto auténtico. Tanto si es un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente está en busca de impresionantes panorámicas, esta selección de los 14 pueblos más bonitos de Sicilia le llevará a descubrir los tesoros ocultos de esta fascinante isla.

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1. Taormina, la perla de la costa jónica

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Encaramada como un balcón suspendido entre el cielo y el mar, Taormina es sin duda uno de los pueblos más bellos de Sicilia. Esta maravilla domina la costa jónica a 200 metros de altitud, ofreciendo espectaculares vistas panorámicas del Etna y el Mediterráneo. El encanto del pueblo reside en su armoniosa mezcla arquitectónica, con callejuelas medievales, palacios barrocos y vestigios antiguos, todos elegantemente enclavados uno junto al otro.

El antiguo teatro grecorromano es el monumento más emblemático de Taormina. Construido en el siglo III a.C., esta joya arqueológica tenía capacidad para 10.000 espectadores y sigue utilizándose para representaciones culturales. La vista desde las gradas, con el Etna al fondo, sigue siendo una de las más fotografiadas de Italia.

Corso Umberto, la calle principal del pueblo, invita a pasear entre tiendas de artesanía, cafés históricos y elegantes palazzi. La Piazza IX Aprile ofrece un mirador natural excepcional, mientras que la villa communale encanta a los visitantes con sus exuberantes jardines salpicados de esculturas. Para los amantes de la playa, Isola Bella, unida a la costa por una estrecha franja de arena, es una reserva natural virgen de aguas cristalinas.

2. Cefalú, entre catedral normanda y playas doradas

A sesenta kilómetros de Palermo, Cefalú se encuentra al pie de un imponente acantilado rocoso llamado la Rocca. Este pueblo medieval es uno de los más bellos de Sicilia, gracias a su armonioso equilibrio entre patrimonio histórico y encanto costero. Sus playas de arena dorada y aguas turquesas atraen a los bañistas, mientras que su centro histórico encanta a los amantes de la arquitectura.

La catedral de Cefalú, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, domina majestuosamente la plaza del Duomo. Construida en el siglo XII por el rey Roger II, esta fortaleza divina impresiona por sus dos torres cuadradas y sus magníficos mosaicos bizantinos que representan a Cristo Pantocrátor. El edificio es testigo del esplendor del arte árabe-normando siciliano.

El laberinto de calles empedradas del centro histórico invita a explorar. El lavatoio medieval, antiguo lavadero público alimentado por un manantial natural, es una curiosidad única. Para los más deportistas, la subida a la cima de la Rocca recompensa el esfuerzo con una panorámica de 360 grados del pueblo, el mar y las montañas Madonie. Se tarda aproximadamente una hora a pie en llegar a las ruinas del Templo de Diana y disfrutar de esta vista excepcional.

3. Noto, obra maestra del barroco siciliano

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Completamente reconstruida tras el devastador terremoto de 1693, Noto encarna el apogeo del barroco siciliano. Esta ciudad museo al aire libre, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, deslumbra a los visitantes por la armonía de su arquitectura y el color dorado de su piedra caliza. Considerado el jardín de piedra más bello de Europa, Noto es, con razón, uno de los pueblos más hermosos de Sicilia.

Corso Vittorio Emanuele atraviesa el centro histórico, revelando una sucesión de palacios aristocráticos y suntuosas iglesias. La majestuosa catedral de San Nicolò, con su amplia escalinata monumental, domina la plaza del Municipio. El Palazzo Nicolaci, con sus balcones sostenidos por mensoloni esculpidos que representan sirenas, quimeras y criaturas mitológicas, es un ejemplo del genio barroco. Cada tercer fin de semana de mayo, la Via Nicolaci se transforma en una gigantesca obra de arte floral durante la Infiorata, una alfombra efímera de pétalos que atrae a miles de visitantes.

La Chiesa di San Domenico, considerada una de las obras maestras del barroco europeo, cautiva a los visitantes con su fachada convexa y su luminoso interior. Si desea admirar todo Noto desde las alturas, la iglesia de Santa Chiara ofrece desde su terraza un panorama excepcional de tejados color miel y cúpulas doradas.

4. Erice, el pueblo medieval de la colina

Encaramada a 750 metros sobre el nivel del mar en el monte Eryx, Erice domina la ciudad de Trapani y el Mediterráneo. Este pueblo medieval perfectamente conservado, accesible por un espectacular teleférico o por una serpenteante carretera, ofrece una inmersión en el tiempo. Sus murallas, calles empedradas y antiguas iglesias confieren a Erice una atmósfera única, a menudo envuelta en una misteriosa bruma que se suma a su legendario encanto.

La Porta Trapani marca la entrada principal al pueblo fortificado. El laberinto de calles estrechas, bordeadas de casas de piedra, conduce a plazas tranquilas y a artesanos que mantienen las tradiciones. El Castello di Venere, construido por los normandos sobre los restos de un antiguo templo dedicado a Venus, corona la cima del pueblo. Los jardines del Balio que lo rodean ofrecen impresionantes vistas de Trapani, las salinas y las islas del Egeo.

Erice también se ha forjado una notable reputación culinaria. Las pastelerías Maria Grammatico ofrecen deliciosos genovesi y cassatelle, perpetuando recetas conventuales centenarias. En verano, el pueblo se anima con conciertos de música clásica y medieval en el encantador marco del castillo y sus jardines.

5. Ragusa Ibla, la joya barroca de los montes Iblei

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Ragusa Ibla, el casco histórico de Ragusa, es un tesoro barroco enclavado en el corazón de los montes Iblei. Esta parte antigua de la ciudad, reconstruida tras el terremoto de 1693, es un laberinto de calles serpenteantes, escaleras y plazas adornadas con suntuosas iglesias. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Ragusa Ibla encarna a la perfección el genio arquitectónico del barroco tardío siciliano.

La catedral de San Giorgio, obra maestra de Rosario Gagliardi, domina la plaza del Duomo. Su fachada convexa de tres niveles y su cúpula neoclásica ilustran la evolución estilística del barroco siciliano. El Giardino Ibleo, un jardín público construido en el siglo XIX, ofrece un remanso de paz con vistas al valle de Irminio. Las tres iglesias del jardín, incluida la de San Giacomo, añaden un toque espiritual a este bucólico paseo.

Ragusa Ibla adquirió fama internacional gracias a la serie de televisión “Il Commissario Montalbano”, rodada en sus calles y palacios. Las visitas temáticas permiten revivir las escenas del famoso detective. La gastronomía local, con sus especialidades a base de algarroba y sus restaurantes con estrellas Michelin, es otro motivo más para visitar este pueblo excepcional, uno de los más bellos de Sicilia.

6. Modica, capital del chocolate barroco

Modica se asienta en las laderas de dos valles convergentes, creando un espectacular anfiteatro urbano. Destruida y reconstruida tras el terremoto de 1693, esta ciudad del Valle de Noto es Patrimonio Mundial de la UNESCO por su excepcional conjunto barroco. Modica también destaca por su singular tradición chocolatera, heredada de la dominación española, que la convierte en un destino de peregrinación gastronómica.

El Duomo di San Giorgio, encaramado en lo alto de una monumental escalinata de 250 peldaños, domina Modica Alta. Esta catedral barroca, obra de Rosario Gagliardi, deslumbra por su fachada ornamentada y su interior ricamente decorado. En Modica Bassa, la catedral de San Pietro rivaliza en esplendor con sus estatuas de los doce apóstoles enmarcando la escalinata de entrada. El palacio de los Condes de Modica y las numerosas iglesias barrocas jalonan un notable paseo arquitectónico.

El chocolate de Módica, elaborado según una receta azteca introducida por los españoles, se distingue por su textura granulada y su intenso sabor. Las chocolaterías tradicionales, como Antica Dolceria Bonajuto, perpetúan esta tradición desde 1880. El hecho de no añadir manteca de cacao confiere a este chocolate elaborado en frío sus propiedades únicas, en una amplia gama de sabores como canela, guindilla y vainilla.

7. Castelmola, el mirador sobre Taormina

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Encaramado a 550 metros sobre el nivel del mar, justo encima de Taormina, Castelmola ofrece una de las vistas más espectaculares de Sicilia. Este pequeño pueblo medieval, accesible por una carretera serpenteante o un pintoresco sendero, conserva un ambiente auténtico y tranquilo. Sus orígenes se remontan a la época prehelénica, y su nombre evoca la forma de piedra de molino (mola) de la roca sobre la que está construido.

El castillo en ruinas que corona la cima es testigo de la posición estratégica del pueblo a lo largo de los siglos. Desde sus restos se domina la bahía de Giardini-Naxos, el Etna y toda la costa jónica. La Piazza Sant’Antonio, el corazón del pueblo, alberga el Duomo y varios cafés históricos, entre ellos el famoso Bar Turrisi, famoso por su inusual decoración y su vino casero de almendras.

Las estrechas y floridas calles de Castelmola invitan a pasear tranquilamente, lejos de las multitudes turísticas de la cercana Taormina. Los artesanos locales venden encajes, cerámica y productos locales. La visita a este pueblo es una de las excursiones más populares desde Taormina, especialmente popular a última hora de la tarde, cuando se puede admirar la puesta de sol sobre el mar desde las terrazas panorámicas.

8. Savoca, tras los pasos del Padrino

Aferrada a una ladera de los montes Peloritani, Savoca goza de fama internacional desde que Francis Ford Coppola rodó aquí varias escenas icónicas de El Padrino en 1971. Este auténtico pueblo medieval, clasificado entre los más bellos de Italia, conserva una atmósfera intemporal que sedujo al director y sigue fascinando a visitantes de todo el mundo.

El Bar Vitelli, donde Al Pacino se declara a Apollonia en la película, se ha convertido en un lugar de peregrinación cinematográfica. Los propietarios han conservado piadosamente las fotos y el atrezzo de la película. La iglesia de Santa Lucía, donde se celebró la boda de Michael Corleone, y las empinadas calles se utilizan regularmente como telón de fondo para producciones cinematográficas, lo que ha dado a Savoca el sobrenombre de “Hollywood de Sicilia”.

Más allá de su aura cinematográfica, Savoca merece una visita por su notable patrimonio medieval. La iglesia de San Nicolò alberga preciosos frescos, mientras que la cripta de los capuchinos alberga momias del siglo XVII en un impresionante estado de conservación. Las ruinas del castillo normando ofrecen magníficas vistas sobre el valle y el mar Jónico. El cercano pueblo de Forza d’Agrò, utilizado también en el rodaje de El Padrino, es el complemento perfecto para una excursión de un día tras los pasos de la famosa película.

9. Scicli, la perla barroca de Val di Noto

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Enclavada en la confluencia de tres valles, Scicli exhibe su patrimonio barroco en un entorno natural espectacular. Esta ciudad del Valle de Noto, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, goza de una autenticidad intacta y un ambiente tranquilo. Menos turística que sus vecinas Ragusa y Módica, Scicli revela una concentración de arquitectura barroca y tradiciones vivas que la convierten en uno de los pueblos más bellos de Sicilia.

La Via Francesco Mormino Penna atraviesa el centro histórico, bordeado de palacios aristocráticos con balcones tallados y suntuosas iglesias. La Chiesa di San Bartolomeo, construida en el lecho rocoso de un antiguo torrente, presenta una fachada barroca convexa característica del estilo siciliano. La iglesia de San Giovanni Evangelista, reconstruida tras el terremoto de 1693, domina la plaza Italia con su imponente fachada. El palacio Beneventano, con sus mascarones malhumorados adornando los balcones, ilustra el estilo barroco más exuberante.

Scicli adquirió nueva notoriedad gracias a la serie “Il Commissario Montalbano”, cuya ficticia comisaría de Vigata se encuentra en el ayuntamiento barroco. El barrio troglodita de Chiafura, excavado en los acantilados calcáreos, es testigo de un modo de vida milenario. Estas viviendas rupestres, habitadas hasta los años sesenta, son objeto de un proyecto de restauración y ofrecen un testimonio único de la arquitectura vernácula siciliana.

10. Marzamemi, un auténtico pueblo de pescadores

En la costa sureste de Sicilia, Marzamemi encarna el encanto mediterráneo de un auténtico pueblo de pescadores. Esta pequeña ciudad costera, cuyo nombre deriva del árabe “Marsà al-hamām” (Bahía de las Tortugas), gira en torno a su pintoresca plaza central bordeada de casas bajas con fachadas de colores. La antigua tonnara, una fábrica de atún en desuso, es testigo del glorioso pasado pesquero del pueblo.

La plaza Regina Margherita forma el corazón palpitante de Marzamemi, rodeada de restaurantes de pescado y bares donde entretenerse por la noche. La iglesia de San Francesco di Paola, el Palacio del Príncipe de Villadorata y los edificios de la antigua tonnara crean un conjunto arquitectónico armonioso. Las callejuelas que salen de la plaza invitan a descubrir artesanos, tiendas de productos locales y galerías de arte.

Las playas de Marzamemi, de aguas cristalinas, figuran entre las más bellas del sur de Sicilia. Las playas de Spinazza y San Lorenzo ofrecen arena fina y fondos marinos vírgenes. En agosto, el pueblo cobra vida con el Festival Internacional de Cine de Marzamemi, que proyecta películas al aire libre en la plaza principal. La gastronomía local, centrada en el atún y el marisco, ha hecho de las trattorias del pueblo unas de las más bellas de Sicilia.

11. Scopello, entre Tonnara y la reserva del Zingaro

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Scopello, pequeña aldea del municipio de Castellammare del Golfo, posee un encanto discreto y auténtico. Este pueblo costero, dominado por una torre medieval, cautiva por su tranquilidad y su proximidad a la reserva natural del Zingaro. Su tonnara, una de las más antiguas y mejor conservadas de Sicilia, se abre a una espectacular cala salpicada de faraglioni, picos rocosos que surgen de las aguas turquesas.

El pueblo de Scopello está formado por unas pocas casas agrupadas en torno a un baglio, un patio tradicional siciliano. Esta plaza empedrada alberga un antiguo pozo, tiendas de artesanía y una panadería famosa por su pan siciliano. El ambiente tranquilo contrasta con el bullicio del verano en Scopello Tonnara, donde los bañistas acuden en masa para disfrutar del mar cristalino en un entorno de postal.

La reserva natural de Zingaro, primera reserva marina de Sicilia creada en 1981, comienza a pocos kilómetros de Scopello. Sus siete kilómetros de costa virgen ofrecen calas desiertas accesibles sólo a pie, una exuberante flora mediterránea y rutas de senderismo panorámicas. La Grotta dell’Uzzo, un yacimiento arqueológico paleolítico, y el Museo de la Civilización Campesina también merecen una visita en esta zona protegida. Scopello es el punto de partida ideal para explorar esta joya natural, uno de los pueblos más bellos de Sicilia.

12. Sperlinga, el castillo en la roca

Aislada en el interior de Sicilia, entre Nicosia y Gangi, Sperlinga fascina a los visitantes con su singular castillo-fortaleza, excavado enteramente en un espolón rocoso. Este pueblo de los montes Nebrodi conserva un auténtico ambiente medieval y es un notable ejemplo de arquitectura rupestre siciliana. Su nombre, derivado del latín “spelunca” (cueva), evoca perfectamente esta característica troglodita.

El castillo de Sperlinga, construido entre los siglos XII y XIII, presenta habitaciones, escaleras y viviendas talladas directamente en la piedra. Durante las Vísperas Sicilianas de 1282, fue el único castillo de Sicilia que resistió a los insurgentes sicilianos, acogiendo a la guarnición francesa durante un año, de ahí la inscripción en latín grabada en la entrada: “Quod Siculis placuit sola Sperlinga negavit” (Lo que a los sicilianos les gustaba, sólo Sperlinga lo rechazaba). Desde la cima, el panorama abarca las montañas circundantes y el pueblo de abajo.

El centro histórico de Sperlinga alberga numerosas casas trogloditas que estuvieron habitadas hasta hace poco. El museo etnográfico, ubicado en cuevas reconvertidas, recrea la vida cotidiana tradicional con aperos de labranza, muebles de época y escenas de antiguos oficios. En agosto, la Sagra del Tortone celebra la especialidad culinaria local, un tipo de polenta siciliana, en un ambiente festivo que anima las calles empedradas de este pueblo atemporal.

13. San Marco d’Alunzio, perla de los montes Nebrodi

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Situado a 540 metros sobre el nivel del mar, en los montes Nebrodi, San Marco d’Alunzio domina el golfo de Patti y las islas Eolias. Este pueblo medieval, extraordinariamente bien conservado, posee un patrimonio arquitectónico excepcional, con no menos de veintidós iglesias y capillas para sólo dos mil habitantes. Su historia milenaria queda patente en los vestigios griegos, romanos, bizantinos, árabes y normandos que salpican sus calles empedradas.

El templo griego de Hércules, del siglo IV a.C., transformado en iglesia cristiana y luego en mezquita antes de volver a ser iglesia, ilustra las capas históricas de San Marcos. El castillo normando, del que quedan imponentes restos, ofrece un mirador natural sobre el mar Tirreno. La iglesia de Santa Maria delle Grazie alberga un magnífico crucifijo bizantino del siglo XV, mientras que el convento benedictino y la chiesa di San Teodoro dan testimonio de la influencia religiosa del pueblo.

San Marco d’Alunzio también cuenta con una tradición centenaria de elaboración del mármol rojo local, el “rosso San Marco”, que se extrae de canteras desde la antigüedad. El Museo Nebrodi de Cultura y Tradiciones Populares, ubicado en el antiguo convento benedictino, recrea los oficios y la vida cotidiana de esta región montañosa. El relativo aislamiento del pueblo ha preservado su autenticidad, haciendo de San Marco uno de los pueblos más bellos de Sicilia para los amantes del patrimonio y la tranquilidad.

14. Monreale, un joyero de mosaicos dorados

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Dominando Palermo desde las estribaciones del Monte Caputo, Monreale debe su fama a la extraordinaria catedral árabe-normanda construida por Guillermo II en el siglo XII. El pueblo que creció alrededor de esta joya arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO también ofrece unas vistas panorámicas excepcionales de la Conca d’Oro, la fértil llanura que rodea Palermo.

La catedral de Santa Maria Nuova deslumbra con sus 6.400 metros cuadrados de mosaicos bizantinos sobre fondo dorado, los mayores de Italia después de los de San Marcos en Venecia. El Cristo Pantocrátor del ábside y las escenas del Antiguo y Nuevo Testamento narran visualmente la Biblia con una riqueza iconográfica incomparable. El claustro contiguo, con sus 228 columnas gemelas adornadas con singulares capiteles esculpidos, es una obra maestra del arte románico siciliano. La terraza del tejado de la catedral ofrece una espléndida vista de Palermo y el mar.

Merece la pena explorar el centro histórico de Monreale, a menudo pasado por alto en favor de la catedral. El Belvedere, con su terraza panorámica, ofrece la vista más fotografiada de la Conca d’Oro. Las callejuelas del barrio medieval están bordeadas de palacios aristocráticos e iglesias barrocas. La gastronomía local, en particular los pasteles de almendra y pistacho, perpetúa las tradiciones sicilianas. Una visita a Monreale es ideal para combinarla con una visita a la cercana Palermo, completando así su descubrimiento de los pueblos más bellos de Sicilia.

En conclusión, los pueblos más bonitos de Sicilia revelan la riqueza y diversidad de esta extraordinaria isla mediterránea. Desde Taormina, encaramada en lo alto del Etna, hasta los pueblos barrocos del Valle de Noto, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pasando por villas medievales como Erice y auténticos puertos pesqueros como Marzamemi, cada pueblo siciliano cuenta su propia historia. Estas joyas arquitectónicas y naturales invitan a salirse de los caminos trillados, a tomarse el tiempo de pasear por callejuelas cargadas de historia y a empaparse del arte de vivir siciliano. Tanto si es un fan de la arquitectura barroca, un amante de los panoramas impresionantes, un cinéfilo tras los pasos de El Padrino o simplemente en busca de la autenticidad mediterránea, los pueblos de Sicilia le conquistarán con su encanto intemporal y su legendaria hospitalidad. Déjese guiar mientras explora estos tesoros de la isla para vivir una experiencia siciliana inolvidable.

FAQ : Los pueblos más bonitos de Sicilia

¿Cuál es el pueblo más bonito de Sicilia?

Taormina suele considerarse el pueblo más bello de Sicilia, gracias a su espectacular ubicación frente al mar Jónico, su antiguo teatro griego y sus vistas panorámicas del Etna. Sin embargo, Cefalú, Noto y Ragusa Ibla rivalizan en belleza con su notable arquitectura y sus atmósferas únicas.

¿Cuál es la mejor época para visitar los pueblos sicilianos?

La primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre) son las épocas ideales para visitar los pueblos más bellos de Sicilia. Las temperaturas son agradables, el número de turistas es menor y los pueblos muestran sus colores más bellos. El verano puede ser muy caluroso y concurrido, sobre todo en Taormina y Cefalú.

¿Cuánto tiempo se tarda en visitar los pueblos barrocos de Val di Noto?

Para descubrir los principales pueblos barrocos del Valle de Noto (Noto, Ragusa Ibla, Modica y Scicli), se necesitan al menos 3 ó 4 días. Cada pueblo merece de medio día a un día entero para apreciar plenamente su arquitectura, ambiente y gastronomía sin prisas.

¿Se pueden visitar estos pueblos sin coche?

El coche es muy recomendable si se quiere visitar los pueblos más bonitos de Sicilia con total libertad, sobre todo los del interior, como Erice, Sperlinga y San Marco d’Alunzio. Sin embargo, a Taormina, Cefalú y los pueblos del Val di Noto se puede llegar en autobús o tren desde las principales ciudades sicilianas, aunque los horarios pueden ser restrictivos.

¿Dónde alojarse para visitar los pueblos sicilianos?

Para sacar el máximo partido a su viaje, elija bases estratégicas: Taormina o Giardini Naxos en el este, Ragusa o Modica en el Val di Noto, Trapani en el oeste y Palermo en el norte. Dormir directamente en los pueblos ofrece una inmersión más auténtica, con la ventaja de disfrutar del ambiente tranquilo por las noches y las primeras horas de la mañana.

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