Los 12 pueblos más bonitos del País Vasco francés

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El País Vasco francés es una región encantada por su autenticidad, sus tradiciones preservadas y su arquitectura inconfundible. Situados entre el océano Atlántico y los Pirineos, sus pueblos típicos, con sus casas de entramado de madera rojas y blancas, cuentan mil años de historia. Ya sea amante del patrimonio, de la gastronomía o, simplemente, en busca de un cambio de aires, estos 12 pueblos más bonitos del País Vasco francés prometen descubrimientos inolvidables. Desde las calles empedradas de Sare hasta las coloridas fachadas de Ainhoa, pasando por las guindillas de Espelette, cada pueblo posee una identidad propia y un encanto inimitable.

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1. Sare, el pueblo rebelde al pie de la Rhune

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Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, Sare se encuentra al pie de las sierras de Rhune y Axuria, en la frontera española. Este auténtico pueblo de Labourd ha conservado su alma vasca, con casas tradicionales de entramado de madera roja que bordean pintorescas callejuelas. La historia de Sare está estrechamente ligada al contrabando, una práctica que ha hecho prosperar a muchas familias locales durante siglos.

El patrimonio arquitectónico de Sare merece especial atención. L’Ortillopitz (Chemin Ortillopitz, 64310 Sare), una casa museo del siglo XVII perfectamente restaurada, le sumerge en la vida cotidiana de una familia Labourdine. Laiglesia de Saint-Martin (Place du Fronton, 64310 Sare, 4,6/5 en Google de 187 opiniones), del siglo XVII, impresiona por sus galerías de madera de tres pisos y su retablo barroco dorado.

A los amantes de la naturaleza les encantarán las cuevas prehistóricas de Sare (Route des Grottes, 64310 Sare, con una puntuación de 4,3/5 en Google y 2.789 opiniones), donde un recorrido escenográfico revela la ocupación humana desde hace 10.000 años. Para disfrutar de una vista impresionante de la región, suba en el pequeño tren cremallera de la Rhune hasta la cima, a 905 metros de altitud. Desde allí, el panorama abarca el océano Atlántico, los Pirineos y la ondulada campiña vasca.

2. Ainhoa, una joya de bastida en el camino de Santiago de Compostela

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Fundada en el siglo XIII en el camino de Santiago de Compostela, Ainhoa es una bastida navarra que conserva su trazado medieval original. Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, este pueblo fronterizo entre Labourd y Navarra destaca por su arquitectura notablemente homogénea. A lo largo de su única calle, las casas tradicionales vascas del siglo XVII alinean sus fachadas blancas con entramados de madera de color rojo sangre de buey o verde oscuro.

Cada casa tiene un nombre grabado en su dintel, testimonio de las antiguas familias que la habitaron. Laiglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption (plaza del Frontón, 64250 Ainhoa), construida en el siglo XIII, posee un campanario típicamente vasco y galerías interiores de madera superpuestas. Los capiteles esculpidos del pórtico también merecen una visita.

El pueblo se ha resistido a la urbanización moderna, rechazando cualquier construcción que rompiera su armonía arquitectónica. Pasee por las calles empedradas, admire los balcones decorados con geranios rojos y deténgase en una de las pequeñas tiendas de artesanía para degustar el queso de oveja local, ardi gasna, o mermeladas caseras. Para los excursionistas, el sendero del puerto de Lizuniaga ofrece un hermoso paseo con vistas a los Pirineos y al valle circundante.

3. La Bastide-Clairence, la bastida real con sus callejuelas llenas de flores

Fundada en 1312 por el rey Luis X de Navarra, La Bastide-Clairence es la única bastida navarra del País Vasco francés. Catalogada como uno de los pueblos más bonitos de Francia, esta ciudad medieval destaca por su trazado geométrico en cuadrícula, típico de las bastidas del suroeste. Las casas, que datan de los siglos XVI al XVIII, mezclan armoniosamente influencias vascas, navarras y gasconas, con sus muros entramados pintados de rojo burdeos o verde botella.

La plaza central porticada, corazón palpitante del pueblo, albergaba antiguamente el mercado y las ferias. Laiglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption (Place de l’Église, 64240 La Bastide-Clairence, con una puntuación de 4,6/5 en Google de 31 opiniones) tiene un interior sorprendentemente inusual con tres pisos de galerías de madera tallada, testimonio de la jerarquía social de antaño. No se pierda el cementerio judío (Chemin d’Harrieta, 64240 La Bastide-Clairence), uno de los más antiguos de Francia, testigo de la comunidad judía sefardí que se instaló aquí en el siglo XVII.

La Bastide-Clairence está especializada en artesanía. El pueblo alberga una treintena de talleres de artistas y artesanos: alfareros, talladores de madera, herreros, tejedores, etc. Pasee por las calles empedradas de nombres evocadores, como rue du Four o rue Notre-Dame, y abra las puertas de las tiendas para descubrir estos oficios tradicionales perpetuados con pasión.

4. Saint-Jean-Pied-de-Port, puerta de los Pirineos y de peregrinación

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Saint-Jean-Pied-de-Port, importante etapa del Camino de Santiago, es una ciudad fortificada de la Baja Navarra que ha sabido conservar su carácter medieval. Catalogada como uno de los pueblos más bonitos de Francia, esta ciudad histórica está enclavada en un meandro del río Nive de Béhérobie, al pie del puerto de Roncesvalles. Su nombre evoca su posición estratégica “al pie del puerto” (paso) hacia España.

El pueblo está dividido en dos partes bien diferenciadas. La ciudad alta, dominada por la ciudadela Vauban (Route de la Citadelle, 64220 Saint-Jean-Pied-de-Port, valorada 4,6/5 en Google por 1.523 opiniones), ofrece una vista panorámica excepcional de las murallas, los tejados de pizarra y los Pirineos. El casco antiguo, accesible por la Porte Saint-Jacques, presenta calles empinadas bordeadas de casas medievales de arenisca rosa. La calle principal, la rue de la Citadelle, está repleta de tiendas tradicionales y casas con entramado de madera donde los peregrinos compran provisiones desde hace siglos.

El Pont Romain (también conocido como Pont Notre-Dame), que cruza el Nive, ofrece una vista de postal de las casas con balcones de madera que dan al río. Laiglesia de Notre-Dame-du-Bout-du-Pont (Place Floquet, 64220 Saint-Jean-Pied-de-Port), construida en el siglo XIV en arenisca roja, presenta un sobrio estilo gótico. Para una experiencia totalmente envolvente, recorra el paseo que serpentea a lo largo de las murallas y admire el paisaje ondulado de los Pirineos vascos.

5. Espelette, el país de los pimientos rojos

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Mundialmente conocido por su guindilla AOC, Espelette es sin duda el pueblo más famoso del País Vasco francés. Situado en la provincia de Labourd, este pintoresco pueblo ofrece un espectáculo impresionante en otoño, cuando las fachadas de las casas se adornan con guirnaldas de guindillas escarlata secándose. Esta especia emblemática, introducida en el siglo XVI por los marineros vascos que regresaban de las Américas, es ahora el orgullo y la alegría del pueblo.

El centro del pueblo presenta calles estrechas bordeadas de casas vascas tradicionales con paredes blancas y contraventanas rojas. El Castillo de los Barones de Ezpeleta (Place de l’Église, 64250 Espelette), edificio del siglo XI remodelado en el siglo XVII, domina la plaza principal con su elegante arquitectura de piedra y ladrillo.La iglesia Saint-Étienne (Place de l’Église, 64250 Espelette), del siglo XVII, impresiona por su campanario-porche trinitario y su retablo barroco dorado.

No se pierda una visita alAtelier du Piment (Route du Labourd, 64250 Espelette, con una puntuación de 4,4/5 en Google de 442 opiniones), donde podrá descubrir los secretos del cultivo y la elaboración de este condimento único. Cada año, a finales de octubre, el pueblo organiza la famosa Fête du Piment, un acontecimiento festivo que atrae a miles de visitantes para celebrar el Ezpeletako Biperra. Aproveche la ocasión para degustar las especialidades locales: jamón de Bayona con guindilla, queso de oveja picante, chocolate picante, etc.

6. Saint-Pée-sur-Nivelle, entre lago y montaña

Enclavado en el valle del Nivelle, Saint-Pée-sur-Nivelle es un municipio de Labourd de unos 6.200 habitantes. Este pueblo típicamente vasco goza de un entorno natural excepcional, a medio camino entre el océano Atlántico y las estribaciones de los Pirineos. Su situación geográfica lo convierte en un destino ideal para las familias que buscan tranquilidad y actividades al aire libre.

El lago de Saint-Pée-sur-Nivelle (Route du Lac, 64310 Saint-Pée-sur-Nivelle, 4,5/5 en Google de 3.892 opiniones), de 12 hectáreas, es el pulmón verde del pueblo. Alimentado por cuatro manantiales naturales, este lago abierto todo el año cuenta con una playa de arena fina vigilada por socorristas en verano, perfecta para el baño en familia. Un fácil paseo de 3 kilómetros rodea el lago y ofrece zonas sombreadas ideales para hacer picnic y observar la fauna local.

Merece la pena visitar el pueblo. Laiglesia de Saint-Pierre (Place de l’Église, 64310 Saint-Pée-sur-Nivelle), construida en el siglo XVI, posee un hermoso campanario y galerías interiores de madera. Elecomuseo de Pelota Vasca y Xistera Pilotari (Pilotari Museoa, 7 Place de la Mairie, 64310 Saint-Pée-sur-Nivelle, valorado 4,7/5 en Google de 46 opiniones) le sumerge en el mundo de este deporte tradicional emblemático del País Vasco. Se ofrecen numerosos deportes náuticos y actividades de ocio, como hidropedales, botes de remos, canoas, tenis y escalada de árboles.

7. Itxassou, la guinda del pastel

Situado en la fértil llanura entre los montes Urzumu, Mondarrain y Artzamendi, Itxassou es un pueblo labord a orillas del río Nive. Este auténtico municipio es famoso en todo el País Vasco por su producción de cerezas, fruta que es objeto de una fiesta anual en junio. Los cerezos de Itxassou, plantados en las laderas de las colinas, ofrecen un espectáculo encantador en primavera con sus inmaculadas flores blancas.

El pueblo despliega sus típicos barrios de casas bajas encaladas con contraventanas rojas o verdes y empinados tejados de pizarra. Laiglesia de Saint-Fructueux (Place de l’Église, 64250 Itxassou, clasificada 4,6/5 en Google por 34 opiniones), construida en el siglo XVII, cuenta con un magnífico retablo barroco y galerías de madera superpuestas típicas de las iglesias vascas. El Puente Romano (Chemin du Pont Romain, 64250 Itxassou), que cruza el río Nive, data en realidad de la Edad Media y era utilizado por los rebaños trashumantes.

Los amantes del senderismo estarán encantados con los numerosos senderos que atraviesan los alrededores. La ascensión al Pas de Roland, lugar mitológico donde se dice que el valeroso caballero partió la montaña de un golpe con su espada Durandal, ofrece unas vistas espectaculares del valle. El pueblo celebra su fruta estrella en la Fiesta de la Cereza, en junio, y su patrimonio cultural con el festival Errobiko Festibala, en julio, con música y tradiciones vascas.

8. Ustaritz, capital histórica de la pelota vasca

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Ustaritz, capital del distrito de Labourd, reivindica con orgullo ser la capital de la pelota vasca. Se dice que este deporte ancestral, una auténtica institución en el País Vasco, tiene su origen en este pueblo, donde se fundó en 1920 la primera escuela profesional de pelota, la Kapito-Harri (1 Rue Harguindéguy, 64480 Ustaritz). Esta renombrada academia ha formado a numerosos campeones y sigue transmitiendo este espectacular juego de pelota.

El pueblo está dividido en varios barrios con casas tradicionales vascas.La iglesia de Saint-Vincent (Place de l’Église, 64480 Ustaritz), construida en el siglo XVII, domina la plaza central con su imponente campanario. El interior presenta un hermoso retablo dorado y galerías de madera tallada. Château de Lota (1 Allée du Château, 64480 Ustaritz), residencia del siglo XVIII catalogada como Monumento Histórico, es hoy sede del Instituto Cultural Vasco. Este centro de referencia trabaja para preservar y promover la lengua y la cultura vascas.

El pueblo está enclavado en una exuberante campiña verde, perfecta para pasear por el campo. Las orillas del río Nive ofrecen bonitos senderos sombreados por los que pasear tranquilamente. Ustaritz también es conocido por sus productores locales de queso de oveja, pimientos, miel y pasteles vascos. El mercado semanal de los jueves por la mañana le ofrece la oportunidad de descubrir estos productos locales y conocer a los apasionados artesanos que mantienen vivos los oficios tradicionales.

9. Urrugne, en la costa vasca frente al océano

A las puertas de España, Urrugne es un extenso municipio laborense que abarca más de 5.000 hectáreas, desde la costa hasta las estribaciones de los Pirineos. El pueblo ofrece unas vistas excepcionales del océano Atlántico desde la famosa Corniche Basque, una sinuosa carretera que serpentea entre acantilados y calas secretas. Esta situación privilegiada entre el mar y la montaña la convierte en un popular destino de vacaciones.

El patrimonio arquitectónico de Urrugne es testigo de una rica historia que se remonta a la Edad Media. El castillo de Urtubie (64 Route d’Ascain, 64122 Urrugne, 4,6/5 en Google de 872 opiniones), fortaleza medieval del siglo XIV transformada en elegante residencia renacentista, fue residencia de Luis XI, Luis XIV y Napoleón III. Rodeada de un parque arbolado, puede visitarse de abril a octubre y descubrir sus pisos amueblados, sus jardines formales y sus establos restaurados.

Laiglesia de Saint-Vincent (Place de l’Église, 64122 Urrugne, clasificada 4,6/5 en Google por 62 opiniones), construida en el siglo XVI, cuenta con un notable campanario trinitario y un rico mobiliario barroco. No se pierda la capilla de Socorri (Chemin de Socorri, 64122 Urrugne, con una puntuación de 4,7/5 en Google de 107 opiniones), situada en lo alto del pueblo y que ofrece vistas panorámicas de la bahía de San Juan de Luz. A los amantes del senderismo les encantarán los senderos que conducen a la cima del monte Xoldokogaina, desde donde la vista se extiende a lo largo de la costa vasca hasta Biarritz.

10. Arcangues, elegancia azul distintiva

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A las puertas de Anglet y Biarritz, Arcangues es un pueblo residencial labourd que ha sabido conservar su autenticidad a pesar de su proximidad a las ciudades costeras. Este pueblo de colinas se caracteriza por el famoso “bleu d’Arcangues”, un color único que adorna las contraventanas y entramados de muchas de las casas, creado en el siglo XIX por la familia Arcangues, que gobernó el pueblo durante muchos años.

La plaza central es el corazón del pueblo, con su ayuntamiento y la escuela con sus contraventanas de arcangue azul, el frontón donde se juegan animados partidos, y elAuberge d’Achtal (1 Place du Fronton, 64200 Arcangues, valorado 4,2/5 en Google por 287 opiniones) con sus grandes mesas de esquisto que sirven cocina tradicional vasca.

Laiglesia de Saint-Jean-Baptiste (Rue de l’Église, 64200 Arcangues, con una puntuación de 4,7/5 en Google de 89 opiniones), construida en el siglo XVII sobre las ruinas de un santuario anterior, impresiona por su nave única y su curioso campanario con tres frontones triangulares uno encima del otro. El cementerio contiguo alberga la tumba del famoso cantante Luis Mariano, un niño del País Vasco cuya tumba llena de flores es visitada regularmente por sus admiradores. El pueblo ofrece hermosos paseos por el campo en un entorno montañoso salpicado de caseríos tradicionales yxeak.

11. Bidart, una estación balnearia virgen entre acantilados y playas

Situada entre Biarritz y San Juan de Luz, Bidart es una encantadora estación balnearia de la región de Labourd que ha conservado su carácter de auténtico pueblo vasco a pesar del crecimiento del turismo. Encaramado en un promontorio rocoso que domina el océano Atlántico, este municipio ofrece un patrimonio natural excepcional con sus seis playas enclavadas al pie de verdes acantilados y sus espectaculares vistas de la costa vasca.

El centro histórico del pueblo, alejado de la costa, despliega sus tranquilas calles en torno a la plaza Sauveur Atchoaren, donde se celebra el mercado tradicional.La iglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption (Place de l’Église, 64210 Bidart, 4,5/5 en Google de 67 opiniones), construida en el siglo XVI y modificada en el XVII, cuenta con un magnífico retablo barroco dorado y galerías de madera tallada. Su campanario, típicamente vasco, domina el paisaje.

El antiguo molino de Bassilour (Chemin de Bassilour, 64210 Bidart) data del siglo XVI y es testigo del pasado agrícola del pueblo. Totalmente restaurado, está abierto a los visitantes y explica el proceso de transformación del trigo en harina. Bidart ofrece un amplio abanico de actividades: surf en las playas de la Costa de los Vascos y de Ilbarritz, golf en el famoso campo de Ilbarritz, equitación en los alrededores y, por supuesto, pelota vasca en el frontón municipal (Place du Fronton, 64210 Bidart). Permítanos guiarle en su descubrimiento de Bidart para que no se pierda ninguno de sus tesoros ocultos.

12. Ciboure, puerto pesquero de Luis Mariano

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Frente a San Juan de Luz, al otro lado de la desembocadura del río Nivelle, Ciboure es un pintoresco pueblo pesquero de la región de Labourd. Esta comunidad portuaria ha sabido conservar su autenticidad, con sus antiguas casas de piedra y entramado de madera que bordean los muelles, su ambiente marítimo y sus tradiciones culinarias. El puerto pesquero, aún en funcionamiento, trae todos los días anchoas, sardinas y atún, lo que ha dado fama a la gastronomía local.

El barrio de Socoa, antiguo pueblo de pescadores adosado a Ciboure, merece una visita por su fuerte del siglo XVII (Digue de Socoa, 64500 Ciboure, 4,5/5 en Google de 1.245 opiniones), construido por Vauban para proteger la bahía de Saint-Jean-de-Luz. Un dique de 250 metros une el fuerte con la playa, ofreciendo un paseo marítimo con vistas al océano y a los Pirineos. Laiglesia de Saint-Vincent (Place Camille Jullian, 64500 Ciboure, 4,5/5 en Google por 124 opiniones), construida en el siglo XVI, destaca por su campanario octogonal de estilo gótico flamígero.

Ciboure es la cuna del compositor Maurice Ravel y del tenor Luis Mariano. La casa natal de R avel (Quai Maurice Ravel, 64500 Ciboure, con una puntuación de 4,3/5 en Google por 215 opiniones) se puede visitar y sumerge a los melómanos en el universo del creador del “Boléro”. No se vaya de Ciboure sin probar el ttoro, una sabrosa sopa de pescado al estilo vasco elaborada con pescado local y servida con una rebanada de pan tostado frotado con ajo. Las terrazas de los restaurantes del puerto son el lugar perfecto para saborear esta especialidad mientras se admira el ballet de los barcos pesqueros.

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Al explorar estos 12 pueblos más bonitos del País Vasco francés, habrá viajado por una tierra de contrastes, donde montaña y océano, tradición y modernidad, historia y arte de vivir se mezclan armoniosamente. Cada pueblo cuenta su propia historia de la identidad vasca forjada a lo largo de los siglos por influencias francesas y españolas. Las casas de entramado de madera rojas y blancas, las iglesias con sus galerías de madera superpuestas, los animados frontones, los coloridos mercados y los apasionados productores forman un cuadro vivo de una cultura única y bien conservada. Si busca patrimonio arquitectónico, paseos por la naturaleza, gastronomía auténtica o simplemente un refrescante cambio de aires, el País Vasco francés le conquistará por su diversidad y autenticidad. No dude en pasear por las callejuelas cargadas de historia, charlar con los lugareños, siempre dispuestos a compartir su amor por el país, y dejarse envolver por el ambiente tan especial que hace de esta región un lugar irresistiblemente encantador. Para una exploración más profunda, elitinerario audioguiado de Biarritz le permitirá explorar por su cuenta los tesoros de esta emblemática ciudad, lo que la convierte en un excelente punto de partida para explorar estos auténticos pueblos.

Preguntas frecuentes sobre los pueblos del País Vasco

¿Cuál es el pueblo más bonito del País Vasco francés?

Aunque es difícil destacar uno solo de los pueblos más bonitos, cada uno con su encanto particular, Sare, Ainhoa, La Bastide-Clairence y Saint-Jean-Pied-de-Port figuran oficialmente entre los “Pueblos más bonitos de Francia”, una distinción que premia su patrimonio excepcional y su autenticidad preservada. Espelette también sigue siendo una visita obligada por su renombre mundial.

¿Cuánto tiempo se tarda en visitar estos pueblos del País Vasco?

Para descubrir bien estos 12 pueblos, lo ideal es planear entre 4 y 7 días. Esto le permitirá pasar medio día en cada pueblo, empaparse del ambiente local, probar la cocina local y hacer algunas excursiones. Un fin de semana largo le permitirá visitar 4 ó 5 pueblos, concentrándose en los que más le atraigan.

¿Cuál es la mejor época para visitar los pueblos del País Vasco?

La primavera (abril-junio) y el otoño (septiembre-octubre) son las estaciones ideales para descubrir estos pueblos en condiciones óptimas. Las temperaturas son agradables, el número de turistas moderado y se puede disfrutar de las fiestas tradicionales. El verano es la época más animada del año, pero también la más concurrida. El otoño es espectacular en Espelette, cuando se secan los pimientos.

¿Se pueden visitar estos pueblos sin coche?

Aunque el coche es el medio más práctico para desplazarse entre estos pueblos, a menudo remotos, algunos son accesibles en transporte público desde Bayona o San Juan de Luz (sobre todo Espelette, Sare y Ainhoa). Las principales ciudades están conectadas por líneas regulares de autobús. Para disfrutar de la mejor experiencia posible, se recomienda alquilar un coche, sobre todo en los pueblos más aislados, como Ustaritz o La Bastide-Clairence.

¿Dónde alojarse para visitar estos pueblos del País Vasco?

Bayona es una excelente base central, con una amplia oferta de alojamiento (hoteles, pensiones, alquileres). San Juan de Luz también ofrece un buen equilibrio entre la proximidad del océano y el acceso a los pueblos. Para una inmersión total, opte por un bed and breakfast o una casa rural directamente en uno de los pueblos, donde podrá vivir al ritmo local y conocer a los lugareños.

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