Descubra el ancestral arte marcial del sumo en Japón: historia, torneos y entrenamiento

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El sumo ha encarnado el alma de Japón durante más de 1500 años. Mucho más que un simple deporte de lucha, este antiguo arte marcial está profundamente arraigado en las tradiciones sintoístas y la cultura japonesa. Entre rituales sagrados y demostraciones de fuerza bruta, el sumo fascina por su complejidad y autenticidad. Ya sea usted un entusiasta de las artes marciales, un amante de la cultura japonesa o un simple curioso, descubrir el mundo del sumo durante un viaje al País del Sol Naciente es una experiencia inolvidable y profundamente enriquecedora.

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Los orígenes sintoístas y la milenaria historia del sumo

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El sumo hunde sus raíces en los rituales sintoístas más antiguos de Japón. Ya en el periodo Kofun (siglos III-VII), figurillas de luchadores atestiguan la existencia de esta práctica. Según la leyenda relatada en el Kojiki, el texto japonés más antiguo que data del año 712, el sumo nació de una batalla mitológica entre los dioses Takemikazuchi y Takeminakata, cuyo resultado determinó la posesión de las islas japonesas. Esta dimensión religiosa nunca ha abandonado el sumo, que originalmente se practicaba en los festivales de los santuarios para entretener a las deidades y asegurar buenas cosechas.

A lo largo de los siglos, el sumo ha pasado de ser una simple danza ritual a convertirse en un verdadero deporte de combate codificado. Durante el periodo Nara (710-794), se organizaron los primeros torneos oficiales en la corte imperial, lo que marcó la transformación del sumo en un espectáculo. Durante el periodo Edo (1603-1868), el sumo adquirió su forma moderna con el establecimiento de los primeros rangos jerárquicos y la aparición de cuadras profesionales conocidas como “heya”. En la actualidad, el sumo sigue siendo el deporte nacional de Japón, venerado como un tesoro cultural vivo que perpetúa tradiciones milenarias en el Japón contemporáneo.

Las reglas y técnicas básicas de la lucha de sumo

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La lucha de sumo se distingue por la aparente sencillez de sus reglas. Dos luchadores se enfrentan en un círculo sagrado llamado “dohyō”, de 4,55 metros de diámetro. El objetivo es claro: obligar al adversario a salir del círculo o hacerle tocar el suelo con una parte del cuerpo que no sea la planta de los pies. A pesar de esta simplicidad, el sumo cuenta con más de 82 técnicas oficiales, desde agarres de cinturón a espectaculares lanzamientos, esquivas y poderosas estocadas. Cada rikishi sólo lleva un “mawashi”, un grueso cinturón de seda que es la única prenda permitida y cuyo agarre estratégico puede determinar el resultado del combate.

El reglamento prohíbe los puñetazos cerrados, las patadas, los estrangulamientos y las sujeciones por el pelo. En cambio, las bofetadas abiertas, los derribos y los agarres con el cinturón están perfectamente permitidos. Antes de cada combate, los luchadores realizan el “shikiri”, un ritual preparatorio que dura hasta cuatro minutos en las divisiones superiores. Durante este tiempo, los luchadores se enfrentan, levantan alternativamente las piernas para ahuyentar a los malos espíritus en un movimiento llamado “shiko”, arrojan sal para purificar el cuadrilátero y se miran intensamente. Esta fascinante coreografía es parte integrante del espectáculo y da testimonio de la profunda dimensión espiritual del sumo.

Los rituales sagrados que rodean cada combate

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El sumo es inseparable de sus milenarios rituales sintoístas. Incluso antes de que comiencen los combates, el dohyō es objeto de una ceremonia de consagración dirigida por un sacerdote sintoísta. Se esparce sal sobre el ring para purificarlo, un gesto que los luchadores repiten antes de cada combate. Esta práctica tiene su origen en la creencia de que la sal repele a los malos espíritus y protege a los luchadores de las lesiones. Durante un torneo, se utilizan varias docenas de kilos de sal al día, transformando el ring en un espacio sagrado.

El ritual más espectacular sigue siendo el “dohyō-iri”, la entrada ceremonial de los campeones de la división suprema. Vestidos con delantales ricamente bordados conocidos como “kesho-mawashi”, los yokozuna y los luchadores de alto rango entran en la arena siguiendo una coreografía precisa, acompañados por sus ayudantes. El yokozuna, el más alto rango del sumo, ejecuta una solemne danza ritual en la que golpea el suelo con los pies para ahuyentar a los demonios, extiende los brazos para mostrar que está desarmado y realiza movimientos simbólicos cargados de significado religioso. Estas ceremonias transforman cada día del torneo en un espectáculo cultural en el que deporte y espiritualidad se funden armoniosamente.

Asistir a un torneo de sumo en Japón

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Seis grandes torneos oficiales, conocidos como “honbasho”, puntúan el año del sumo profesional. Cada uno dura quince días consecutivos y reúne a todos los luchadores de las divisiones profesionales. Visitar Tokio ofrece tres oportunidades de asistir a estos eventos: el Hatsu Basho en enero (torneo de Año Nuevo), el Natsu Basho en mayo (torneo de primavera) y el Aki Basho en septiembre (torneo de otoño). Los otros tres torneos tienen lugar en Osaka en marzo, Nagoya en julio y Fukuoka en noviembre, dando a los aficionados al sumo la oportunidad de descubrir el sumo en los cuatro rincones del archipiélago.

Descargue el audioguía para descubrir Tokio a pie y por su cuenta

Para aprovechar al máximo su estancia en la capital de Japón, la audioguía Navaway le permite descubrir por su cuenta los lugares imprescindibles de Tokio. Este itinerario cuidadosamente diseñado le guiará por los barrios emblemáticos de la ciudad, desde el templo Senso-ji en Asakusa hasta los Jardines Imperiales y los rascacielos de Shinjuku. Podrá planificar su visita al distrito de Ryogoku, cuna del sumo, con total tranquilidad.

Los torneos se celebran en el Ryogoku Kokugikan (1-3-28 Yokoami, Sumida, Tokio 130-0015, con una puntuación de 4,5/5 en Google y más de 14.000 opiniones), el estadio nacional de sumo, con capacidad para 11.000 espectadores. Las puertas se abren a las 8.45 de la mañana, lo que permite a los madrugadores ver los combates de las divisiones inferiores. El ambiente se va caldeando poco a poco hasta el combate de los campeones de la división Makuuchi, que comienza alrededor de las 15.30 horas. Los precios de las entradas varían considerablemente en función de la localidad, desde los 3.500 yenes (unos 23 euros) de los asientos más alejados hasta los más de 40.000 yenes (unos 260 euros) de los asientos “tamari”, los cojines a ras del ring donde casi se puede tocar a los luchadores.

Visite un establo de sumo y asista a una sesión matinal de entrenamiento

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Para vivir una experiencia auténtica del mundo del sumo, nada mejor que una visita a una “heya”, los establos donde viven y entrenan los luchadores. El distrito tokiota de Ryogoku alberga una quincena de estos establecimientos. El entrenamiento matutino, conocido como “asa-geiko”, comienza muy temprano, normalmente entre las 6 y las 8 de la mañana. En un ambiente intenso y concentrado, los rikishi realizan una serie de ejercicios de fortalecimiento, ensayos técnicos y combates bajo la atenta mirada de sus mayores y de su maestro, el oyakata.

Algunos establos aceptan visitantes, pero según normas estrictas que deben respetarse escrupulosamente. Suele ser necesario reservar con antelación, a menudo a través de agencias especializadas o de su hotel. El silencio absoluto es la norma durante el entrenamiento, las fotografías suelen estar prohibidas o restringidas, y los visitantes deben llegar antes de que comience la sesión. Establecimientos como el Establo de Arashio o el Establo de Takasago ofrecen visitas guiadas en inglés para comprender mejor la rigurosa vida cotidiana de estos atletas excepcionales. Cuando explore Tokio con la audioguía Navaway, asegúrese de incluir el distrito de Ryogoku en su itinerario para descubrir este templo del sumo.

El museo del sumo y los monumentos de Ryogoku

El Museo del Sumo (1-3-28 Yokoami, Sumida, Tokio 130-0015, valorado con 4,3/5 en Google por más de 1.500 opiniones), situado dentro del Ryogoku Kokugikan, es una visita obligada para los aficionados. La entrada es gratuita fuera de los periodos de torneos, pero durante las competiciones sólo se admiten espectadores con entrada. El museo presenta exposiciones rotativas de grabados antiguos, retratos de campeones legendarios, mawashi históricos y suntuosos kesho-mawashi. Las colecciones trazan el desarrollo del sumo a lo largo de los siglos y rinden homenaje a las más grandes figuras de este arte marcial. El horario de apertura es de 10.00 a 16.30 horas en temporada normal, y de 12.30 a 16.00 horas los días de torneo.

El propio distrito de Ryogoku rezuma sumo en cada esquina. Al pasear por sus estrechas calles, es posible cruzarse con rikishi en yukata de camino a los baños públicos o haciendo la compra. Los numerosos restaurantes que sirven “chanko-nabe”, el nutritivo estofado que constituye la dieta básica de los luchadores, son un lugar estupendo para probar esta abundante y sabrosa especialidad. El templo Eko-in, uno de los primeros lugares en los que se celebraron luchas de sumo al aire libre, también merece una visita por su importancia histórica. A medida que continúe su descubrimiento de Tokio guiado por Navaway, le resultará fácil relacionar este barrio tradicional con otros lugares emblemáticos de la capital.

La vida cotidiana y la estricta jerarquía de los rikishi

La vida de un luchador de sumo se rige por una disciplina férrea y una jerarquía inflexible. Desde el momento en que se incorporan a una heya, normalmente siendo adolescentes, los jóvenes reclutas descubren un mundo en el que la antigüedad y el rango determinan todos los aspectos de la vida. Los novatos deben levantarse antes del amanecer para preparar el dojo, ayudar a sus mayores, cocinar, limpiar y realizar todas las tareas domésticas. Sólo pueden entrenar después de los luchadores de mayor rango y son los últimos en comer. Esta estructura piramidal forja el carácter y enseña los valores de humildad, perseverancia y respeto que son los pilares del sumo.

El sistema de rangos en el sumo profesional tiene seis divisiones principales, desde Jonokuchi (la más baja) hasta Makuuchi (la más alta). Dentro del Makuuchi, cinco títulos honoríficos recompensan a los mejores: komusubi, sekiwake, ozeki y los dos yokozuna, grandes campeones que encarnan los más altos valores morales y técnicos del sumo. Convertirse en yokozuna es la culminación de toda una vida de sacrificios, porque el título no es sólo un logro deportivo, sino también moral. Un yokozuna debe demostrar una conducta ejemplar y una dignidad irreprochable, tanto dentro como fuera del ring. A diferencia de otros rangos, un yokozuna nunca puede ser degradado: debe retirarse si ya no es capaz de mantener el nivel de excelencia requerido.

La dieta y el entrenamiento de los luchadores de sumo

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La imponente estatura de los rikishi es el resultado de una dieta específica y un entrenamiento intensivo. El pilar de su dieta es el chanko-nabe, un contundente guiso hecho con caldo, verduras, tofu y una variedad de carnes o pescados. Contrariamente a la creencia popular, este plato es relativamente equilibrado y nutritivo. Es la cantidad ingerida y el ritmo de las comidas lo que favorece el aumento de peso: los luchadores sólo hacen una o dos comidas al día, después de entrenar, y duermen sistemáticamente la siesta después de comer, lo que favorece el almacenamiento de calorías. Un rikishi profesional puede consumir entre 7.000 y 10.000 calorías al día, de cuatro a cinco veces más que un adulto medio.

El entrenamiento diario combina ejercicios tradicionales con una preparación física moderna. Las sesiones comienzan con shiko, las características elevaciones de piernas que desarrollan la flexibilidad, el equilibrio y la fuerza de los muslos. Le siguen el matawari, ejercicios de estiramiento extremo en los que el luchador abre las piernas al máximo, y el teppo, golpes repetidos contra un poste de madera para fortalecer los brazos y la parte superior del cuerpo. El butsukari-geiko, ejercicios en los que un luchador empuja a su compañero a través del dojo, desarrolla la potencia explosiva. Por último, las sesiones de sparring sirven para perfeccionar las técnicas y la estrategia. Este rigor diario, mantenido a lo largo de toda la carrera, produce atletas con una potencia y una agilidad notables a pesar de su imponente constitución.

Campeones legendarios de sumo

La historia del sumo ha estado marcada por campeones excepcionales cuyas hazañas siguen inspirando a las generaciones actuales. Futabayama Sadaji, yokozuna en la década de 1930, aún ostenta el récord histórico de 69 victorias consecutivas, una hazaña sin igual desde 1939. Taiho Koki, yokozuna en la década de 1960, ganó 32 torneos y es considerado por muchos el mejor luchador de todos los tiempos. Más recientemente, Hakuho Sho, yokozuna mongol que se retiró en 2021, pulverizó todos los récords con 45 victorias en torneos y más de 1.000 combates ganados en la división Makuuchi, escribiendo su nombre en la leyenda del sumo.

La apertura del sumo a los luchadores extranjeros en la década de 1990 cambió profundamente el panorama de este deporte tradicionalmente japonés. Yokozuna de Mongolia, Hawai y Bulgaria brillaron al más alto nivel, suscitando un debate en la sociedad japonesa sobre la identidad cultural del sumo. A pesar de las controversias, estos campeones internacionales han aportado un nuevo dinamismo a la disciplina y han contribuido a su popularización en todo el mundo. Sus extraordinarias carreras son testimonio de la naturaleza universal de la determinación y la excelencia deportiva, valores que han estado en el corazón del sumo desde sus orígenes.

Consejos prácticos para asistir a un combate de sumo

Para asistir a un gran torneo, las entradas deben reservarse con varias semanas de antelación, ya que los mejores asientos se agotan rápidamente. El sitio web oficial de la Federación Japonesa de Sumo ofrece un servicio de venta de entradas en inglés, Ticket Oosumo, que facilita mucho la reserva a los visitantes extranjeros. Las agencias de viajes especializadas y algunos hoteles también pueden ocuparse de los preparativos. Para los indecisos o los visitantes de última hora, suele haber algunas entradas a la venta el mismo día en la taquilla del Kokugikan, pero habrá que hacer cola en cuanto se abran las puertas.

No existe un código de vestimenta estricto para asistir a los combates, y se puede vestir de forma informal. Sin embargo, para los asientos “tamari” más cercanos al ring, las normas son más estrictas: se prohíben ciertos objetos punzantes o accesorios voluminosos por motivos de seguridad, ya que a veces los luchadores son expulsados del cuadrilátero con violencia. Planee llegar pronto para disfrutar del creciente ambiente y de los combates de las divisiones inferiores, que suelen ser espectaculares. El Kokugikan cuenta con restaurantes y puestos que sirven bento y especialidades locales. No olvide dejar algo de tiempo después de los torneos para explorar el distrito de Ryogoku y quizás degustar un auténtico chanko-nabe. Gracias alitinerario Navaway para visitar Tokio, podrá incorporar fácilmente esta experiencia única a su descubrimiento de la capital japonesa.

En conclusión, descubrir el antiguo arte marcial del sumo en Japón es mucho más que una experiencia deportiva. Es una inmersión profunda en las tradiciones, rituales y valores que han conformado la cultura japonesa a lo largo de los siglos. Ya sea presenciando un gran torneo en el ambiente electrizante del Ryogoku Kokugikan, observando un riguroso entrenamiento matutino en una heya o explorando el museo del sumo, cada momento le acerca a este fascinante mundo de espiritualidad sintoísta, proezas atléticas y estrictos códigos de honor. El sumo encarna la esencia misma del Japón tradicional, al tiempo que sigue evolucionando y cautivando a las multitudes en el mundo moderno. En su próximo viaje al País del Sol Naciente, déjese guiar por Navaway para descubrir Tokio y no se pierda la oportunidad única de presenciar este espectáculo milenario que le dejará una huella imborrable.

PREGUNTAS FRECUENTES

1. ¿Puedo asistir gratis a un entrenamiento de sumo en Tokio?

Algunos establos de sumo aceptan visitantes para presenciar gratuitamente los entrenamientos matinales, pero hay que reservar con antelación y respetar unas normas estrictas (silencio, llegar antes de que empiece la sesión, no hacer fotos). Las visitas guiadas organizadas por agencias especializadas, aunque no son gratuitas (unos 80-120 euros), ofrecen una experiencia más cómoda con explicaciones en inglés.

2. ¿Cuándo es el mejor momento para ver sumo en Japón?

Los seis torneos principales se celebran en enero, marzo, mayo, julio, septiembre y noviembre. En Tokio se puede asistir a los torneos de enero, mayo y septiembre. Es aconsejable reservar las entradas con dos o tres meses de antelación para conseguir buenos asientos, sobre todo para los últimos días del torneo, cuando las apuestas deportivas son más altas.

3. ¿Cuánto dura un combate de sumo?

Paradójicamente, mientras que los rituales preparatorios pueden durar hasta cuatro minutos, el combate en sí suele durar sólo unos segundos, rara vez más de un minuto. Es esta brevedad explosiva tras un largo periodo de tensión lo que confiere al sumo su encanto e intensidad. Un torneo de un día completo dura unas seis horas, de 8.45 a 18.00, con varias docenas de combates sucesivos.

4. ¿Pueden las mujeres jugar al sumo profesional?

No, el sumo profesional japonés sigue siendo exclusivamente masculino debido a las tradiciones sintoístas que consideran impuras a las mujeres durante ciertos periodos. A las mujeres ni siquiera se les permite subir al dohyō, ni siquiera para las ceremonias oficiales. Sin embargo, el sumo amateur femenino existe y se está desarrollando, con competiciones internacionales, pero no goza del mismo reconocimiento ni de la misma estructura profesional que el sumo masculino.

5. ¿Cuánto gana un luchador de sumo profesional?

Los ingresos varían considerablemente según el rango. Los luchadores de las divisiones inferiores sólo reciben una modesta asignación mensual (unos 1.000 euros), mientras que un yokozuna puede ganar más de 250.000 euros al año de salario base, sin contar las primas por victorias en torneos, ingresos publicitarios y apariciones en los medios de comunicación, que pueden multiplicar por dos o por tres estas sumas. Sin embargo, la mayoría de los rikishi viven en sus propios establos y disfrutan de alojamiento y comida gratuitos.

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