¿Cuáles son los pueblos más bonitos para descubrir en los alrededores de Marsella?
Marsella es una ciudad que atrae a muchos visitantes, que vienen a admirar su arquitectura, su estilo de vida, su gastronomía y sus vinos. Pero Marsella es también una ciudad que ofrece numerosas posibilidades para evadirse, descubrir sus alrededores y visitar pueblos que han sabido conservar su autenticidad y su patrimonio. Tanto si busca naturaleza, historia, cultura o productos locales, encontrará lo que busca en estos 5 pueblos, que figuran entre los más bellos de la Gironda.
1. Cassis, la perla del Mediterráneo
Cassis es un pueblo situado a 30 km al este de Marsella, en la costa mediterránea. Es famosa por su pintoresco puerto pesquero, sus playas de arena, sus calas y sus viñedos. El pueblo también posee un rico patrimonio histórico, con un castillo del siglo XIV, una iglesia barroca del XVII y un museo municipal con colecciones de arqueología, pintura y folclore. El pueblo también goza de impresionantes vistas del Cap Canaille, el acantilado marino más alto de Europa. Aquí podrá disfrutar de deportes náuticos como la vela, el kayak y el submarinismo, o degustar especialidades locales como la bullabesa, los pieds et paquets y el vino de Cassis.
2. Les Baux-de-Provence, el pueblo de la ciudadela
Les Baux-de-Provence es un pueblo situado a 80 km al norte de Marsella, en los Alpes. Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, y es uno de los “Grands Sites d’Occitanie”. El pueblo es famoso por su ciudadela, construida en el siglo XI y que domina el paisaje. La ciudadela alberga los restos del castillo de los señores de Les Baux, capillas románicas, torres y murallas. El pueblo también cuenta con un rico patrimonio cultural, con el museo Yves Brayer, que expone obras del pintor provenzal, el museo santon, que exhibe figuritas tradicionales, y las carrières de lumières (canteras de luz), que ofrecen espectáculos multimedia en antiguas canteras de piedra. El pueblo también está rodeado de naturaleza, con olivares, viñedos y afloramientos rocosos.
3. Lourmarin, un pueblo auténtico y pintoresco
Lourmarin es un pueblo situado a 60 km al noreste de Marsella, en el Parque Natural Regional del Luberon. Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia y es uno de los “Plus Beaux Détours de France”. El pueblo es famoso por su castillo del siglo XV, que alberga un museo, una biblioteca y exposiciones temporales. El pueblo también tiene un encanto auténtico y pintoresco, con sus casas de piedra, callejuelas llenas de flores, fuentes e iglesias. El pueblo es también un lugar de cultura, cuna de escritores como Albert Camus, Henri Bosco y Peter Mayle. Puede visitar la tumba de Camus, el cementerio protestante y la casa de Bosco.
4. Roussillon, un pueblo coloreado con pigmentos naturales
Roussillon es un pueblo situado a 90 km al noreste de Marsella, en el Parque Natural Regional del Luberon. Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia y es uno de los “Villages de caractère du Vaucluse”. El pueblo es famoso por su ocre, un pigmento natural que colorea la roca, las casas y el paisaje. El pueblo también posee un rico patrimonio histórico, con su iglesia del siglo XVIII, su campanario del siglo XIX y su castillo del siglo XVII. El pueblo también posee un patrimonio cultural, con el conservatorio de ocres y colores (conservatoire des ocres et des couleurs), que presenta la historia y las técnicas del ocre, y el sendero de los ocres (sentier des ocres), que recorre los coloridos paisajes del pueblo.
5. Gordes, el pueblo suspendido entre el cielo y la tierra
Gordes es un pueblo situado a 100 km al noreste de Marsella, en el Parque Natural Regional del Luberon. Está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia y es uno de los “Desvíos más bonitos de Francia”. El pueblo es famoso por su aspecto suspendido, con sus casas de piedra que se elevan sobre un espolón rocoso. El pueblo también posee un patrimonio histórico, con su castillo del siglo XVI, que alberga un museo de arte contemporáneo, su iglesia del siglo XII y su pueblo de bories, un conjunto de cabañas de piedra seca. El pueblo también posee un patrimonio natural, con la abadía de Sénanque, rodeada de campos de lavanda, y el muro de la peste, construido en el siglo XVIII para limitar la propagación de la enfermedad.
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