Iglesia de Saint-Jacques

Cyrano parece contemplarlo, y aquí estás, frente a la hermosa iglesia románica de Saint-Jacques el Mayor. Siempre fue considerada la iglesia principal de Bergerac hasta que se construyó Notre Dame en el siglo XIX. Se levantó en el lugar de una capilla ya dedicada a Saint Jacques, porque estaba en la ruta hacia Compostela, y fue mencionada por el papa Urbano II en 1088. Tras la batalla de Bergerac en 1345, fue destruida por los ingleses y reconstruida. Sin embargo, su aspecto actual data del siglo XVII, ya que la antigua iglesia fue destruida, como todas las demás, cuando Bergerac se convirtió al protestantismo. Si entras, encontrarás un órgano conocido como el “Cavaille-Col”, llamado así por su creador, considerado uno de los más grandes organeros del siglo XIX. La iglesia y su órgano están catalogados como monumentos históricos desde 1974. La plaza Pélissière, que continúa más abajo, es una de las más bonitas y típicas de Bergerac. Ampliada en la década de 1970, hoy es un lugar agradable para detenerse y disfrutar del suave ritmo de la vida en las terrazas de los cafés. La plaza toma su nombre de los Pélissiers que la ocuparon en la Edad Media. También conocidos como peaussiers o peleteros, eran simplemente comerciantes de pieles. Antes de venderlas, tenían que prepararlas, y para ello necesitaban agua. Por eso se había excavado un canal que suministraba agua a uno de los siete molinos de la ciudad. Y ya que hablamos del canal y de su utilidad, echemos un vistazo a la antigua central hidroeléctrica de Bergerac.