Mansión de Saunal

Toulouse, Lavaur y Albi forman un buen trío occitano. ¿Sabes qué tienen en común además de pertenecer a la misma región occitana? Te lo diré: las tres son antiguas dinastías de fabricantes del pigmento pastel. Entre los siglos XV y XVI, Albi se convirtió en la reina internacional del comercio de la hierba pastel. Era capaz de producir grandes cantidades, 22 toneladas por hectárea, gracias a su clima y suelo favorables. Además, la región cuenta con una experiencia inigualable en el sector, lo que se traduce en una producción de gran calidad que le ha valido el reconocimiento de Francia y del mundo entero. El glasto, u oro azul, aseguraba la prosperidad de la ciudad y hacía la fortuna de ciertas familias albigenses. Como testimonio de su poder y riqueza, estas familias construyeron lujosas casas, o más exactamente, mansiones. Una de las veinte que quedan en Albi es la Mansión de Saunal. Para verla mejor, te invitamos a caminar hacia la calle de Saunal y luego dar la vuelta. Esta hermosa residencia de ladrillo, coronada por una torre, perteneció a Simón de Saunal. Enriquecido por sus actividades en los sectores de la sal, el cuero, la lana, los sombreros y, por supuesto, el glasto, este comerciante llegó a ser elegido cónsul de la ciudad 4 veces. E incluso se dice que sus dos hijas acabaron casándose con los dos hijos Reynès, reforzando aún más las respectivas posiciones sociales de los linajes. Atracción histórica emblemática de Albi, la casa de la ciudad es hoy un museo para todo el público. Como una galería de arte, expone 65 lienzos del pintor Raphaël Cordoba. Estas obras representan a algunos de los más grandes pintores de la historia, desde el siglo XIV al XX, como Leonardo da Vinci, Bruegel y Van Gogh, por citar algunos. Un trabajo admirable que sólo puede contemplarse en una visita guiada de pago, sólo con reserva previa.